Aunque los ya dejados atrás en el tiempo Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) han tenido en general opiniones positivas, hay algunos aspectos que han sido objeto de crítica tanto en su definición inicial como en su cumplimiento real y parece que los nuevos objetivos pueden ir por el mismo camino.
Derivados de los ODM, el pasado 25 de septiembre y tras más de dos años de consultas públicas, interacción con la sociedad civil y negociaciones entre los países, los estados miembros de las Naciones Unidas reunidos en Asamblea General aprobaron la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible con 17 Objetivos (los llamados Objetivos del Desarrollo Sostenible u ODS) y 169 metas de carácter integrado e indivisible que abarcan aspectos económicos, sociales y ambientales.
Cuando fueron aprobados en el año 2000, los ODM tuvieron diferentes interpretaciones en cuanto a su mayor o menor ambición. Algunas organizaciones críticas consideraron que eran poco ambiciosos, por ejemplo y sin ir más lejos, por proponer “Erradicar la pobreza extrema y el hambre” bajo el Objetivo nº 1 y que en lugar de buscar esa total erradicación se limitaran a buscar la consecución de la reducción de la pobreza y el hambre sólo al 50%. Otros, en cambio, consideraban que los ODM eran inalcanzables por ser demasiado ambiciosos.
Las Naciones Unidas han publicado recientemente un Informe de Resultados de los ODM en el que se destacan los progresos realizados en los quince años que los Objetivos han estado vigentes y se apuntan los problemas que aún persisten y también otros nuevos que han surgido en ese período para complicar aún más algunas situaciones.
El propio Informe destaca que “aunque se han alcanzado logros significativos en muchas de las metas de los ODM en todo el mundo, el progreso ha sido desigual a través de las regiones y los países, dejando enormes brechas. Millones de personas siguen desamparadas, en particular los más pobres y los desfavorecidos debido a su sexo, edad, discapacidad, etnia o ubicación geográfica”.
Parte de ese progreso desigual ya se sabía que iba a suceder de antemano cuando, de nuevo en el tema de la pobreza extrema, muchos países desarrollados ya tenían tasas de pobreza extrema casi nulas en el momento en que se aprobaron los ODM, teniendo en cuenta que para dicho objetivo “pobreza extrema” significa vivir con menos de 1,25 dólares al día. Obviamente, esta situación provocaba que los países en desarrollo partieran en desventaja a la hora de conseguir ese objetivo.
Otras críticas a los ODM vinieron dadas por el hecho de que los datos necesarios para medir el progreso hacia muchos indicadores clave de los ODM no eran regulares y a menudo ha habido importantes desfases en los mismos, por ejemplo con indicadores en los que los datos más recientes podían ser de 2012 o incluso 2010. Esto lo podemos comprobar a través del gráfico interactivo de The Guardian trazado con los datos proporcionados por las Naciones Unidas hasta 2013. Algunos investigadores expresaron que en más de 40 países en desarrollo no se disponía de suficientes datos para evaluar el desempeño relativo a la extrema pobreza y hambre.
Nota: Artículo inicialmente publicado en Compromiso Empresarial. Para seguir leyendo clique aquí.
Pingback: agoracampusvirtual
Pingback: ¿Cómo podemos calcular el despilfarro de alimentos? | El blog de Albert Vilariño
Pingback: Convirtamos los riesgos en oportunidades. | El blog de Albert Vilariño
Es verdad que los ODM no son perfectos, pero al menos parten de un concepto de pobreza multidimensional. Y aunque estamos lejos de la meta de erradicar la pobreza extrema, al menos hay importantes avances.
Me gustaLe gusta a 1 persona