En los últimos cuatro años estamos asistiendo a un crecimiento de la desigualdad en los niveles de confianza de la población mundial, basada en si las personas pertenecen al conjunto de población considerado como “élite informada” o si no forman parte de éste.
Esa situación es la que nos describe el Edelman Trust Barometer 2016 recientemente publicado y cuyo resumen ejecutivo podemos consultar aquí en inglés.
La R.A.E nos define confianza como “esperanza firme que se tiene de alguien o algo” y Schlenker dice que “la confianza se refiere a acciones futuras de otros, que eluden el propio control y por ello implican incerteza y riesgo”. La confianza, positiva, es quizá la causa primordial que hace que las relaciones de tipo personal, empresarial, económico, laboral o de cualquier otro tipo sean exitosas.
Para analizar la confianza de la población, el barómetro de Edelman realiza una diferenciación entre la que llaman “élite informada” y el resto de los mortales o “grueso de la población”. Para pertenecer a esa élite las premisas son tener una edad entre 25 y 64 años, educación universitaria, tener un nivel de ingresos familiares dentro del 25% superior en su país, estar informado de manera significativa y demostrar interés en noticias sobre negocios y políticas públicas. También para algunos datos el informe contempla lo que llaman “población general” y que a grandes rasgos vendría a ser el total de la población sin diferenciaciones de ningún tipo.