materialidad, reporting, rsc, sostenibilidad, tendencias, transparencia

Se avecinan cambios en el reporte de sostenibilidad

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En el campo de la sostenibilidad vivimos en un continuo cambio, se proponen nuevas iniciativas y en poco tiempo se van cambiando y transformando para que se adapten mejor a la realidad en la que vivimos.

Un ejemplo de ello es la propuesta de Directiva sobre la presentación de informes de sostenibilidad de las empresas (CSRD), que modificaría los actuales requisitos de información en virtud de la Directiva sobre información no financiera (NFRD) y trataría de garantizar que las empresas proporcionen información coherente y comparable sobre sostenibilidad.

Otros ejemplos muy recientes de cambios e iniciativas han sido el Acto Delegado de la UE sobre la taxonomía del clima, cuyo objetivo es identificar las actividades económicas que mejor contribuyen a la mitigación y adaptación al cambio climático, y los seis actos delegados sobre deberes fiduciarios, inversiones y asesoramiento en materia de seguros, que persiguen garantizar que las empresas financieras incluyan la sostenibilidad en sus procedimientos y en el asesoramiento sobre inversiones a sus clientes

La taxonomía climática tiene por objeto apoyar las inversiones sostenibles mediante la definición de criterios técnicos de selección para la información exigida por el Reglamento sobre la taxonomía de la UE y, a día de hoy, todavía supone una gran confusión para muchas empresas, pero en este artículo no vamos a entrar en ella y nos vamos a centrar en la Directiva sobre informes de sostenibilidad.

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sostenibilidad, tendencias, urbanismo

Ruido, la contaminación de la que nadie habla

Photo by shun idota on Unsplash

Estamos acostumbrados a utilizar la palabra contaminación en contextos ambientales casi únicamente en el sentido de la introducción de materiales nocivos en el medio ambiente, dejando otros tipos de contaminación en segundo plano. 

El día 28 de abril se conmemora el Día Internacional de Concienciación sobre el Ruido, que pretende poner de relieve la importancia de la reducción de la contaminación acústica, entendiéndose por ella la exposición regular a niveles sonoros elevados que pueden provocar efectos adversos en los seres humanos u otros organismos vivos.

Según la Organización Mundial de la Salud, los niveles sonoros inferiores a 70 dB no son perjudiciales para los organismos vivos, independientemente de la duración o la constancia de la exposición. Sin embargo, la exposición durante más de 8 horas a un ruido constante de más de 85 dB sí puede ser peligrosa.

La exposición a ruidos de elevada intensidad se ha relacionado siempre con la pérdida de audición, pero los efectos potenciales de la contaminación acústica sobre la salud son numerosos, generalizados, persistentes y médica y socialmente significativos. El ruido produce efectos adversos directos y acumulativos que perjudican la salud y degradan los entornos residenciales, sociales, laborales y de aprendizaje, con las correspondientes pérdidas reales (económicas) e intangibles (de bienestar).

Entre esos efectos están el estrés, los problemas cardiovasculares, la depresión, las perturbaciones del sueño, los daños al sistema nervioso, o el bajo rendimiento laboral, por citar algunos.

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