Los estamentos más altos del deporte, aquellos que deberían ser un ejemplo para los que de ellos dependen, fracasan estrepitosamente en ética y sostenibilidad.
Con anterioridad se ha tocado en Compromiso Empresarial el tema de la RSC y el deporte, tanto de una manera más genérica en el completo artículo Deporte y RSC: la jugada perfecta como centrándose en el fútbol en ¿Se comprometen los clubs de fútbol con la sociedad?. En ambos artículos se habla sobre RSC, acción social, patrocinios, etc. por parte de clubes deportivos, empresas y deportistas individuales.
El deporte en general y el olimpismo en particular son transmisores de diversos valores a la sociedad como por ejemplo: esfuerzo, compromiso, respeto, compañerismo, integración y participación social, el respeto por los principios éticos fundamentales y, concretamente en el ámbito educativo, la generación de un clima en las aulas y centros educativos que propicie formas de enriquecimiento personal y social.
En este artículo nos vamos a centrar concretamente en uno de esos valores, el respeto por los principios éticos fundamentales, y haremos un repaso de su cumplimiento en los últimos tiempos. No lo haremos desde una perspectiva de clubes, empresas o deportistas (que sin duda nos darían también para escribir un libro en cuanto a dopajes, trampas, delitos económicos y multas), sino que analizaremos desde la ética y la responsabilidad social a dos estamentos deportivos superiores y las consecuencias que sus decisiones y acciones (e inacciones) tienen en los eventos y competiciones que promueven. En concreto vamos a tratar los cados del Comité Olímpico Internacional (COI) y la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA).