ética, confianza, innovación, riesgos, rsc, sostenibilidad, tendencias, transparencia

En busca de una inteligencia artificial en la que confiar.

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Sentar las bases de cómo minimizar los riesgos de la inteligencia artificial (IA) a la vez que se maximicen los beneficios de ésta es una necesidad a la que los estamentos oficiales parece que empiezan a dar respuesta.

Es este, el de la innovación tecnológica y sus retos, un tema apasionante para mí, y del que ya escribí al respecto en el artículo de opinión “Inteligencia artificial y responsabilidad social corporativa”.

Necesitamos, más pronto que tarde, que se piense, se regule, se legisle y se dé respuesta a dilemas derivados de la implantación de esta tecnología cada vez más cercanos en nuestro horizonte.

Como parte de esa necesidad de respuesta, el denominado Grupo de expertos de alto nivel sobre inteligencia artificial (AI HLEG) de la Comisión Europea se ha puesto manos a la obra para elaborar un borradorde las Directrices éticas sobre IA que deberá producir un documento final este año 2019.

Estas Directrices quieren ir más allá de una simple enumeración de principios y valores esenciales, y pretenden servir de guía para su aplicación real en sistemas de IA, ofreciendo diversos niveles de abstracción.

El grupo de expertos en IA está formado por 52 representantes de la sociedad civil, la industria y la universidad, y tiene como objetivo principal asesorar a la Comisión sobre los próximos pasos que abordarán los desafíos y oportunidades a mediano y largo plazo relacionados con la IA a través de recomendaciones que se incorporarán al proceso de desarrollo de políticas, al proceso de evaluación legislativa y al desarrollo de próximas estrategias digitales.

Los expertos abogan por un enfoque de la IA centrada en el bienestar de los seres humanos pero desde la confiabilidad. Las personas deben poder confiar en la IA ya que es la única manera de que se puedan beneficiar completamente de ella, algo con lo que estoy totalmente de acuerdo.

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Las 5 claves del auge de la empresa social.

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El capital social de las empresas crece en importancia a la hora de determinar el propósito de las organizaciones, guiar sus relaciones con los grupo de interés e influir en su éxito o fracaso final.

Ese cambio profundo al cual se enfrentan los líderes empresariales de todo el mundo viene reflejado en la edición 2018 del informe “The rise of the social Enterprise. Deloitte Global Human Capital Trends”, basado en una encuesta global de más de 11.000 líderes empresariales y de recursos humanos, así como entrevistas con ejecutivos de algunas de las organizaciones líderes de la actualidad.

Las organizaciones de hoy en día se juzgan cada vez más en función de sus relaciones con sus trabajadores, sus clientes y sus comunidades, así como su impacto en la sociedad en general, convirtiendo a empresas comerciales en empresas sociales.

Por empresa social se entiende una organización cuya misión combina el crecimiento de los ingresos y la obtención de beneficios con la necesidad de respetar y apoyar su entorno y la red de partes interesadas. Esto incluye escuchar, invertir y administrar activamente las tendencias que están configurando el mundo de hoy.

Es, por tanto, una organización que asume su responsabilidad de ser un buen ciudadano (tanto dentro como fuera de la organización), actuando como un modelo a seguir para sus pares y promoviendo un alto grado de colaboración en todos los niveles de la organización.

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Trabajo decente en las cadenas de suministro: retos y oportunidades.

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Las cadenas de suministro representan una de las palancas más importantes para que las empresas creen un impacto positivo en el mundo.

Un mercado cada vez más globalizado y la relocalización de la producción hacen que el aseguramiento del trabajo decente en dichas cadenas de suministro sea cada día más importante para muchas empresas.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) define trabajo decente como “la oportunidad de acceder a un empleo productivo que genere un ingreso justo, la seguridad en el lugar de trabajo y la protección social para las familias, mejores perspectivas de desarrollo personal e integración social, libertad para que los individuos expresen sus opiniones, se organicen y participen en las decisiones que afectan sus vidas, y la igualdad de oportunidades y trato para todos, mujeres y hombres”.

En resumen, el trabajo decente sintetiza las aspiraciones de las personas durante su vida laboral.

Para conocer el estado del trabajo decente en la actualidad, el Global Compact de Naciones Unidas ha publicado recientemente su informe “Decent work in global supply chains: A baseline report”.

Este estudio pretende resumir los datos de las entrevistas con ejecutivos de cadena de suministro, compras y sostenibilidad de 17 de las empresas que participan en la Plataforma de Acción del Pacto Mundial de las Naciones Unidas sobre el Trabajo Decente en las Cadenas de Suministro Globales.

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