(ACTUALIZACIÓN: En relación con este tema se puede ver una evolución de la situación 2015-2017 del dieselgate en mi otro post titulado «¿Le ha salido gratis el dieselgate a Volkswagen?» publicado en abril de septiembre de 2018).
Este pasado viernes 18 de septiembre una noticia sacudía la sociedad y el sector automovilístico mundial: la agencia norteamericana E.P.A (Environmental Protection Agency, o Agencia de Protección del Medioambiente) hacía público que Volkswagen (en adelante VW) estaba falseando los resultados de las emisiones contaminantes de varios de sus coches con motorización diésel vendidos en Estados Unidos entre 2008 y 2015.
El método utilizado consistía en que el software del vehículo detectaba cuándo se estaba realizando la operación de análisis de contaminantes y ponía el vehículo a funcionar en lo que podríamos llamar como “perfil bajo de emisiones”. Cuando el coche volvía a funcionar en modo “normal” sus emisiones de gases contaminantes eran entre 10 y 40 veces superiores a lo permitido.
Durante un periodo de un año, desde VW se mantuvo la explicación que la diferencia entre los niveles contaminantes en las pruebas y en carretera abierta eran debidos a un problema técnico y no a una acción deliberada de engaño. Sólo cuando la E.P.A amenazó con prohibir la comercialización de los modelos de Volkswagen y Audi de 2016 la empresa alemana admitió el engaño.