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Deepfakes, ¿la próxima herramienta de manipulación?

Photo by Christian Gertenbach on Unsplash

Dentro de poco, la diferencia entre la realidad y la ficción en videos en los que aparezcan personas será menos fácil de distinguir a consecuencia del uso de determinadas tecnologías de video como el deepfake (o ultrafalso).

Por deepfake se denomina a videos o imágenes en los que se utiliza la inteligencia artificial para modificar los rasgos del rostro de una persona y hacerla pasar por otra.

Una de sus “aplicaciones” más iniciales, conocidas y controvertidas fue el de usarlos para poner caras de personajes dentro de videos pornográficos. Una simple búsqueda en internet sirve para darnos cuenta del alcance de ese uso.

Últimamente, el tema de los videos falsos ha saltado de nuevo a la actualidad por la creación de una aplicación de móvil china llamada Zao que permite poner la cara del usuario en diferentes trozos de películas como Titanic u otras de factura china.

Aunque la polémica con esa aplicación ha venido más por el lado de la oscura utilización de los datos del usuario y posible uso de sus fotos para otros fines, si echamos un vistazo a los resultados de los videos podemos ver lo que en la actualidad se puede hacer con cualquier teléfono que podamos tener en nuestro bolsillo.

La posible creación de deepfakes por parte de casi cualquiera de manera indiscriminada mediante la puesta a disposición del público de ese y otros softwares (no solo para móviles) y la paulatina mejora de éstos, que sin duda logrará mejores resultados con el paso del tiempo, hace que más allá de sus usos lúdicos este tipo de tecnología se convierta en un problema de considerables dimensiones al que se deberá hacer frente.

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ética, confianza, innovación, riesgos, sostenibilidad, tendencias, transparencia

Los retos éticos y de género de la cuarta revolución industrial, a debate en 4IRE.

Photo by Franck V. on Unsplash

Con una gran presencia internacional, tanto a nivel de ponentes como de público, se celebró los pasados días 21 y 22 de noviembre el congreso “The 4th Industrial Revolution & Ethics” en el Impact Hub de Madrid, organizado por la European Women Lawyers Association (EWLA) y con su presidenta, Katharina Miller, actuando como maestra de ceremonias.

Más de 60 conferenciantes, en su gran mayoría mujeres, expusieron y debatieron sus ideas en diferentes ponencias y mesas de debate sobre cuáles son los retos y oportunidades que surgen de la utilización de la tecnología tanto presente como futura, con una especial preocupación por el enfoque de género.

El congreso generó un marco de reflexión con responsables políticos y líderes empresariales para crear un futuro inclusivo y humanizar las tecnologías, basándose en tres pilares principales como son los impactos éticos de la cuarta revolución industrial (insistiendo en la menor visibilidad de las mujeres en el desarrollo de la tecnología), las empresas y start-ups, y la educación.

 

El rol de las mujeres en la cuarta revolución industrial debe cambiar.

Durante todo el evento quedó patente la exigencia de que las mujeres tengan una mayor presencia en carreras técnicas y un mayor poder de decisión en empresas, instituciones y proyectos relacionados con la tecnología.

Tal y como puso de manifiesto Gina Rippon, profesora de Neuroimagen Cognitiva en el Aston Brain Center de la Universidad de Aston en Birmingham, las mínimas diferencias en el cerebro del hombre y la mujer no justifican de ninguna manera que cada género esté más predispuesto a interesarse por ciertos ámbitos o temas. Por tanto, es paradójico que si no existe esa justificación, exista tanto sesgo de género en los estudios y profesiones científicas.

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cambio climático, sostenibilidad, tendencias

Black Friday, Cyber Monday… días negros para la sostenibilidad.

Photo by Artem Beliaikin on Unsplash

Otro año más ha llegado el día del Black Friday, una de las jornadas que generan un mayor perjuicio al medio ambiente debido a los impactos del consumismo desmedido de millones de personas en todo el mundo.

Es este, junto a otras jornadas como el Single Day o el Cyber Monday, un fenómeno planetario que se ha ido expandiendo de manera rápida en los últimos años en muchísimos países que nada tenían que ver con esas, llamémoslas, tradiciones.

¿Por qué somos tan dados a admitir dentro de nuestra cultura fiestas como por ejemplo Halloween o días de compras con descuentos como los mencionados?

¿Por qué en lugar de esas fechas de compras como si no hubiera un mañana no adoptamos con mucho más convencimiento y fuerza jornadas dedicadas a causas relacionadas con la sostenibilidad o el medio ambiente?

Pues, probablemente, porque estamos mucho más interesados en saciar nuestra ansia consumista y nuestro ego de tener más y más que en procurar que el planeta dure más y en mejores condiciones para nosotros y para los que queden cuando nosotros ya no estemos.

No genera la misma cantidad de dopamina y endorfina el realizar una compra que va a dar una satisfacción inmediata que hacer algo por el planeta, algo que a escala personal no es medible y a escala mundial tampoco se podría comprobar a corto plazo.

Y eso suponiendo que a todo el mundo le interesa y le preocupa el planeta, lo cual no vamos a descubrir ahora que es totalmente falso, tanto si es por simple desinterés como si es porque se tienen otras cosas del día a día en qué pensar como por ejemplo mantenerse vivo, o por otras razones que pueda tener cada uno.

Lamentablemente no solo la sostenibilidad del planeta es la que se resiente por estos días de compras sin freno, sino también la de pequeños comercios que no pueden competir de tú a tú con las empresas gigantes de la distribución online y las grandes cadenas, y que se enfrentan a un futuro quizá cada vez más incierto.

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discapacidad, rsc

En busca de la normalización de la discapacidad.

Photo by Carlos Navas on Unsplash

Aunque parece que la discapacidad está cada día más normalizada en nuestra sociedad, quedan muchísimos flecos por mejorar y resolver.

Flecos relativos, por ejemplo, a la aceptación de las personas con discapacidad (PcD a partir de ahora) por parte del resto de la población, el acceso a derechos como el empleo o la educación (por citar solo algunos), o la no discriminación en general de estas personas en cualquiera de las actividades de su vida diaria.

Y todo eso cuando fenómenos sociales como la premiada película Campeones parecen haber concienciado de repente a toda la sociedad, desde los que tienen el poder de mandar y legislar para igualar el trato de las PcD al resto de personas hasta al último ciudadano de a pie que ha visto la película varias veces.

Pero como pasa siempre con muchas cosas, al cabo de unos días de ver la película nos olvidamos de lo que nos transmitía y la idea subyacente que tenía, porque hay nuevas noticias y preocupaciones que ocuparán nuestro pensamiento hasta que acaben sepultados por las siguientes, en un bucle que nunca se termina.

Sin ir más lejos, recuerdo que en la semana en que la película fue premiada en los Goya y todos los medios y muchas empresas hablaban de ella, algunas de esas empresas supuestamente muy comprometidas con el empleo de PcD declinaban su participación en una feria de empleo exclusivo para estas personas con la que yo estaba colaborando, lo cual me dejó en aquel momento con una sensación bastante agridulce.

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