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Dentro de poco, la diferencia entre la realidad y la ficción en videos en los que aparezcan personas será menos fácil de distinguir a consecuencia del uso de determinadas tecnologías de video como el deepfake (o ultrafalso).
Por deepfake se denomina a videos o imágenes en los que se utiliza la inteligencia artificial para modificar los rasgos del rostro de una persona y hacerla pasar por otra.
Una de sus “aplicaciones” más iniciales, conocidas y controvertidas fue el de usarlos para poner caras de personajes dentro de videos pornográficos. Una simple búsqueda en internet sirve para darnos cuenta del alcance de ese uso.
Últimamente, el tema de los videos falsos ha saltado de nuevo a la actualidad por la creación de una aplicación de móvil china llamada Zao que permite poner la cara del usuario en diferentes trozos de películas como Titanic u otras de factura china.
Aunque la polémica con esa aplicación ha venido más por el lado de la oscura utilización de los datos del usuario y posible uso de sus fotos para otros fines, si echamos un vistazo a los resultados de los videos podemos ver lo que en la actualidad se puede hacer con cualquier teléfono que podamos tener en nuestro bolsillo.
La posible creación de deepfakes por parte de casi cualquiera de manera indiscriminada mediante la puesta a disposición del público de ese y otros softwares (no solo para móviles) y la paulatina mejora de éstos, que sin duda logrará mejores resultados con el paso del tiempo, hace que más allá de sus usos lúdicos este tipo de tecnología se convierta en un problema de considerables dimensiones al que se deberá hacer frente.