
Los países que invierten en educación, sanidad, infraestructuras y gobernanza, es decir, aquellos en que su sociedad tiene un mayor bienestar, son más resistentes ante las consecuencias socioeconómicas de crisis como las de la Covid-19.
El análisis “Economic Resilience Is Built on Societal Well-Being” recientemente publicado por el Boston Consulting Group (BCG) muestra que los países con mejores capacidades para convertir la riqueza en bienestar, así como aquellos con un elevado bienestar general, tendieron a mitigar las caídas de los resultados económicos y a limitar el crecimiento de las tasas de desempleo durante el primer año de la pandemia.
Por el contrario, los países con niveles más bajos se han quedado más rezagados, sobre todo en el crecimiento del PIB y el empleo. De manera similar, una investigación anterior del BCG llegó a la conclusión de que los países con mejor capacidad para convertir la riqueza en bienestar también fueron capaces de recuperarse más rápidamente de la crisis financiera de 2008-2009.
El BCG lleva clasificando a los países desde 2012 según una herramienta de desarrollo económico propia llamada Evaluación del Desarrollo Económico Sostenible (SEDA), que examina una serie de datos económicos y sociales de 141 países para comprobar en qué medida los gobiernos convierten la riqueza en bienestar.
Una de las conclusiones constantes de sus investigaciones es que las métricas más tradicionales de desarrollo económico, que se centran en el PIB y otros indicadores macroeconómicos, no son suficientes para medir el verdadero estado de desarrollo de cualquier sociedad.
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