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La no concordancia entre los valores requeridos por las empresas y los que los trabajadores ofrecen es una fuente de ineficiencias y problemas tanto internos como externos para las empresas.
Algunos expertos dicen que nuestra sociedad está inmersa en una crisis de valores. Una crisis de valores que no significa forzosamente que éstos hayan desaparecido sino que se han transformado y mutado en otros con los consiguientes cambios en cómo nos relacionamos las personas y por ende la sociedad.
Se ha pasado de unos valores más bien tradicionales a otros a los que nos ha arrastrado la sociedad actual, basados sobretodo en el individualismo, el hedonismo y el consumismo.
Lamentablemente, a otro nivel las empresas no se quedan al margen de esa crisis y parece que sus valores no están en consonancia con los que piden a sus trabajadores, ni con lo que los potenciales trabajadores que aspiran a integrarse en sus plantillas pueden ofrecer, ni con lo que éstos últimos querrían ver dentro de las empresas en las que entran a trabajar.
Hasta no hace mucho pensaba que lo anterior era meramente una especie de sensación personal, fruto de pensamientos y de comentarlo con otras personas, pero la lectura de un informe publicado recientemente con una búsqueda básica en internet ha servido para que pase de ser una sensación a una realidad.