
La reciente comunicación de BlackRock, el mayor gestor de activos mundial, al respecto de un cambio de estrategia sobre sus votaciones en contra de las resoluciones de los accionistas presentadas por grupos de presión sobre el clima, ha creado una considerable polémica.
En su clásica carta anual a los CEO de comienzo de año, el CEO de BlackRock, Larry Fink, hizo hincapié en el denominado capitalismo de los grupos de interés. Ese capitalismo de los grupos de interés no tiene que ver con la política, ni tampoco es una agenda social o ideológica, o un constructo de lo que ahora se viene llamando «woke» (término que abarca una conciencia sobre cuestiones de desigualdad social).
Es un capitalismo impulsado por relaciones mutuamente beneficiosas entre las empresas y los empleados, los clientes, los proveedores y las comunidades en las que las primeras se apoyan para prosperar. Tras la pandemia de la Covid-19, nunca ha sido tan esencial para los directores generales tener una voz consistente, un propósito claro, una estrategia coherente y una visión a largo plazo.
También señaló la necesidad de dar a los clientes la posibilidad de elegir en las votaciones de ASG y dijo que BlackRock estaba comprometida con un futuro en el que todos los inversores (incluso los particulares) pudieran tener la opción de participar en el proceso de votación por delegación si así lo deseaban.
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