El objetivo nº 2 de los Objetivos del Desarrollo Sostenible para el 2030 propone “poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible”.
Aunque la proporción de personas desnutridas disminuyó casi a la mitad en las últimas décadas y se ha avanzado muchísimo en la erradicación del hambre extrema todavía se estima que 795 millones de personas sufrían de desnutrición crónica en 2014, principalmente en el continente africano.
Mientras, en los países desarrollados no sólo podemos decir que no existe hambre extrema sino que se despilfarran alimentos en toda la cadena que va desde su cosecha hasta el propio consumidor final, lo cual supone a nivel mundial que se pierda o desperdicie cada año comida por valor de 750 mil millones de dólares.
Esa comida se desaprovecha o se pierde en los diferentes procesos de la cadena de valor como son la producción, manipulación y almacenamiento, procesado, distribución y venta, y finalmente en el consumo. Pero, como podemos ver en el siguiente gráfico, los porcentajes de comida perdida en cada una de esas etapas no son iguales en todo el planeta sino que varían muy significativamente según la situación geográfica.