
En la actualidad, se calcula que más de 3.000 millones de personas en ciudades, pueblos y aldeas de todas las regiones del mundo carecen de acceso al agua potable y que la cantidad de agua dulce disponible por persona se ha reducido en una quinta parte en dos décadas.
Cada año, cerca de 300.000 niños menores de cinco años mueren por causas relacionadas con el agua sucia y el saneamiento deficiente.
Como resultado del incumplimiento del derecho humano básico de acceso al agua, se generan importantes consecuencias para la salud pública que además impiden el desarrollo socioeconómico y la reducción de la pobreza.
También, el cambio climático juega un papel muy importante en la escasez de agua y las proyecciones indican que, si no mantenemos el calentamiento global por debajo de 1,5 grados centígrados, habrá graves consecuencias en la disponibilidad de agua suficiente y limpia para las necesidades humanas básicas y para la producción de alimentos y energía.
Por su parte, los ecosistemas acuáticos también se resienten, habiéndose producido desde 1970 un descenso del 84% en el tamaño de las poblaciones de especies de agua dulce, en comparación con un descenso del 68% en todas las especies. Estamos perdiendo humedales tres veces más rápido que bosques naturales, nada menos que el 87% de los humedales del mundo desde 1700.
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