
Uno de los términos, modas o tendencias derivadas de la ecoansiedad (véase “Ecoansiedad: otra de las consecuencias del cambio climático” es la vergüenza a volar, o flygskam en sueco, país de donde es originario tanto este neologismo como esta tendencia.
El flygskam se podría definir como un sentimiento de culpabilidad climática asociado a los viajes en avión y altas emisiones de CO2, lo cual lo asemeja a otras acciones que la gente deja de hacer por, llamémosle, el bien común climático.
Aunque el término no es nuevo, ya que algunas fuentes lo datan de 2017, se puso realmente de moda a raíz del viaje que, la venerada por unos y vilipendiada por otros, Greta Thunberg hizo ya hace años a la Conferencia de las Partes que se celebró en Madrid.
Greta se desplazó desde Estados Unidos a Madrid en diferentes medios de transporte, incluyendo el barco y el tren, pero obviando usar el avión y tardando muchos días en realizar un trayecto que en avión le hubiera costado unas siete horas aproximadamente, una decisión que la puso todavía más en el foco de atención de la COP 25.
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