Photo by Markus Spiske on Unsplash
El coronavirus ha copado casi toda la atención mediática, y temas y problemáticas que estaban en el candelero hace escasas semanas han desaparecido de los medios especializados, incluyendo este.
Asuntos que parecían (y son) muy importantes ahora parecen nimios, desplazados totalmente de la actualidad por el tsunami del COVID-19.
Y esto es algo totalmente normal ante el bofetón de realidad que hemos sufrido.
Nos hemos dado cuenta de que en el fondo nuestra manera de vivir es muy frágil y vulnerable ante una enfermedad con la que no contábamos. Estamos encerrados y nos hemos quedado como un ciervo en medio de la carretera, sorprendido, paralizado y mirando fijamente a las luces de un coche que amenaza con pasarle por encima, sin saber qué hacer.
Leemos en muchísimos sitios que estamos ante un momento clave para cambiar. Cambiar hacia un nuevo paradigma, una nueva sociedad, un nuevo modelo económico, un modo de funcionamiento sostenible, respetuoso, circular y dirigido a no colapsar nuestro planeta y a minimizar el cambio climático.
No seré yo quien dude que quizá es “el momento” pero, desde mi punto de vista y pidiendo perdón de antemano por ser un poco agorero, me parece que va a ser imposible que suceda, y firmaría ahora mismo con que llegáramos a lograr el 50% de todos esos deseos en un futuro a medio o largo plazo.