cambio climático, riesgos, sostenibilidad, tendencias

Olas de calor e incendios: una amenaza cada vez más frecuente

Photo by Joanne Francis on Unsplash

Para los científicos, la mortífera ola de calor que batió récords hace unos días en algunas zonas del oeste de Estados Unidos y Canadá habría sido prácticamente imposible sin la influencia del cambio climático que ha hecho que las temperaturas extremas sean al menos 150 veces más probables.

Según la agencia estadounidense NOAA Climate.gov, siempre es difícil cuantificar de inmediato el impacto del cambio climático en un los eventos climático extremos, pero hay muchas pruebas que demuestran que las altas temperaturas y las olas de calor han empeorado debido al cambio climático

De hecho, las olas de calor en los Estados Unidos se han producido con más frecuencia y han durado más tiempo desde la década de 1960, lo que es coherente con un calentamiento del clima debido al cambio climático. Y según el Índice de Extremos Climáticos de la NOAA, el suroeste de ese país ha experimentado un agrandamiento de la zona que sufre temperaturas altas extremas en verano durante los últimos veinte años, con muy poco alivio en los últimos seis años.

Y no sólo han aumentado las temperaturas en el pasado, sino que se prevé que sigan aumentandodebido a la liberación de gases de efecto invernadero. Concretamente, como se señala en el Informe Especial sobre la Ciencia del Clima, se espera que las temperaturas extremas aumenten aún más que las temperaturas medias en los Estados Unidos continentales. Eventos como esta ola de calor pueden ser raros todavía, pero serán más comunes a finales de siglo.

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ética, isr, riesgos, sostenibilidad, tendencias

Cumplimiento de los derechos humanos, ¿en qué deben fijarse los inversores?

Photo by Mathieu Stern on Unsplash

El movimiento globalizador ocurrido en las últimas décadas no ha funcionado en beneficio de todos, haciendo que algunos actores económicos hayan acumulado un gran poder y generando una desigual distribución de la riqueza que se ha visto, además, agravada por la pandemia de la Covid-19.

Algunas de las acciones de inversión llevadas a cabo por esos actores financieros se han venido relacionando con el abuso de los derechos humanos, haciéndose muy patente la necesidad de que estos actores cumplan con su responsabilidad internacional en ese ámbito.

La anterior es una de las conclusiones a la que llega la International Federation for Human Rights (FIDH) en su informe “From Policies to Impacts:Analysing Modern Slavery Risks in Portfolio Companies”, y en el que también ofrece a los inversores herramientas para identificar y abordar los riesgos de los derechos humanos, incluidos los riesgos de la esclavitud moderna en sus carteras de inversión.

Tras la progresiva legalización de las normas internacionales de «soft law» sobre empresas y derechos humanos, para la FIDH la «S» de «ESG» (siglas en inglés de Medio ambiente, Social y Gobernanza) ya no es un criterio opcional que los inversores pueden incluir en su proceso de toma de decisiones, sino que se está convirtiendo en parte de su deber normativo de respetar esos derechos.

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ética, COVID19, sostenibilidad, tendencias

El papel del bienestar social en la recuperación de la pandemia

Photo by Benjamin Disinger on Unsplash

Los países que invierten en educación, sanidad, infraestructuras y gobernanza, es decir, aquellos en que su sociedad tiene un mayor bienestar, son más resistentes ante las consecuencias socioeconómicas de crisis como las de la Covid-19.

El análisis “Economic Resilience Is Built on Societal Well-Being” recientemente publicado por el Boston Consulting Group (BCG) muestra que los países con mejores capacidades para convertir la riqueza en bienestar, así como aquellos con un elevado bienestar general, tendieron a mitigar las caídas de los resultados económicos y a limitar el crecimiento de las tasas de desempleo durante el primer año de la pandemia. 

Por el contrario, los países con niveles más bajos se han quedado más rezagados, sobre todo en el crecimiento del PIB y el empleo. De manera similar, una investigación anterior del BCG llegó a la conclusión de que los países con mejor capacidad para convertir la riqueza en bienestar también fueron capaces de recuperarse más rápidamente de la crisis financiera de 2008-2009.

El BCG lleva clasificando a los países desde 2012 según una herramienta de desarrollo económico propia llamada Evaluación del Desarrollo Económico Sostenible (SEDA), que examina una serie de datos económicos y sociales de 141 países para comprobar en qué medida los gobiernos convierten la riqueza en bienestar. 

Una de las conclusiones constantes de sus  investigaciones es que las métricas más tradicionales de desarrollo económico, que se centran en el PIB y otros indicadores macroeconómicos, no son suficientes para medir el verdadero estado de desarrollo de cualquier sociedad. 

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