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5 herramientas para medir el impacto social de las empresas.

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La máxima del “lo que no se mide no existe o no se puede mejorar” es especialmente importante e interesante a la hora de tratar sobre la medición de los impactos de las empresas en su entorno.

Más allá de la discusión de si la frase es más o menos cierta o aplicable, una cosa está clara y es la dificultad que en muchas ocasiones tienen las organizaciones para cuantificar, valorar y sacar conclusiones de sus acciones y actividades relacionadas con la responsabilidad social corporativa y sus esfuerzos por contribuir positivamente a la sociedad.

Para valorar esos impactos existen diversas herramientas, que el Clúster de Impacto Social de Forética ha incluido en la guía “Midiendo el valor del Impacto Social Empresarial. Guía de herramientas de medición y valoración del Impacto Social Empresarial” publicada recientemente.

La medición de ese impacto social servirá a las empresas para rendir cuentas de su desempeño social, poner en valor externamente su contribución a la sociedad, mejorar la toma de decisiones estratégicas y la gestión de expectativas y resultados, y generar una mayor credibilidad en grupos de interés tales como clientes, proveedores, inversores o administraciones públicas.

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¡Por el derecho a reparar los aparatos electrónicos!

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Photo by Alexander Andrews on Unsplash

Poder reparar aquello que en su día compramos para poder alargar su vida útil y de paso no incurrir en nuevos gastos y provocar nuevos impactos en el medio ambiente, es un derecho por el que no debemos dejar de luchar.

En esta sociedad en la que nos ha tocado vivir, estamos más que acostumbrados a la cultura del usar y tirar, de la obsolescencia programada y a cambiar cosas que han dejado de funcionar (e incluso aquellas que aún funcionan perfectamente) por otras nuevas con quizá algunas mejoras sobre las que ya poseemos, aunque estas sean quizá tan simples como un cambio de diseño o alguna función que ni si quiera necesitamos realmente.

La espiral consumista nos lleva muchas veces a ni plantearnos reparar lo que se ha estropeado, generalmente electrodomésticos y aparatos electrónicos varios, cegados por el marketing y la idea de renovar nuestros “trastos antiguos y obsoletos” (nótense las comillas).

En el caso de que decidamos que queremos reparar esos aparatos, nos podemos encontrar con que nos falten los conocimientos, las herramientas o el acceso a profesionales que saben cómo repararlos, pero en muchas otras ocasiones no lo podemos hacer sencillamente porque el aparato fue diseñado desde un inicio por su fabricante para dificultar su apertura y su reparación incluso para manos expertas.

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