La implosión de la confianza. Así denomina Richard Edelman el estado de la confianza a la vista del último informe Edelman Trust Barometer, que se puede consultar y descargar en este enlace.
En este último año han ocurrido bastantes hechos, quizá a priori un tanto improbables o impensables, que han provocado cambios a peor en la confianza que las personas tenemos ante gobiernos, instituciones, líderes, medios informativos, empresas, etc.
Esos eventos han generado unos resultados bastante más malos que los de la edición 2016 del barómetro que analizamos hace unos meses.
Cambios políticos, globalización y automatización: fuentes de desconfianza.
Estamos ante una profunda crisis de confianza que tiene sus orígenes en la Gran Recesión de 2008 y la crisis económica mundial, cuyas réplicas, como si de un terremoto se tratara, se siguen sintiendo hoy con consecuencias finales aún desconocidas.
Diversos han sido los aspectos que más han contribuido a la pérdida de confianza el pasado año:
- Cinco de los diez principales países del mundo (Brasil, Italia, Corea del Sur, Reino Unido y Estados Unidos) han cambiado de gobierno.
- El Reino Unido votó su salida de la Unión Europea.
- Han ocurrido atentados terroristas tanto en Europa como en Estados Unidos, a los que no estábamos tan acostumbrados.
- La publicación de los llamados “Papeles de Panamá” ha salpicado públicamente de corrupción a gobiernos, organizaciones, deportistas, artistas, etc..
- Es cada vez más usual la publicación de noticias falsas y sin contrastar.
- Está cambiando la percepción de la globalización y el libre comercio, desde una perspectiva “beneficiosa” (consumo masivo a bajo precio) hacia la preocupación por la subcontratación de puestos de trabajo occidentales hacia los mercados de bajo coste.
- La automatización de trabajos y tareas empieza a verse como una amenaza real y próxima en el tiempo para muchas profesiones y puestos de trabajo.
- La falta de salvaguardas sociales e institucionales proporciona un terreno fértil para los movimientos populistas alimentados por el miedo.
Es informe señala que dos tercios de los países examinados se han vuelto «desconfiados» (o lo que es lo mismo, con menos del 50% de confianza en las principales instituciones de negocios, gobierno, medios de comunicación y ONG’s), mientras que en el estudio anterior eran sólo un poco más de la mitad.
Confianza en las instituciones 2017 por países. Fuente: Edelman Trust Barometer 2017.
A medida que disminuye la confianza en las instituciones, los supuestos básicos de equidad, valores compartidos e igualdad de oportunidades tradicionalmente respaldados por el «sistema» ya no se dan por sentados.
Confianza en las instituciones 2016 vs. 2017. Fuente: Edelman Trust Barometer 2017.
Parece existir una profunda desilusión tanto en “la izquierda” como en “la derecha”, que comparten su oposición a la globalización, la innovación, la desregulación y las instituciones multinacionales.
Sólo el 15% de la población general cree que el sistema actual está funcionando, mientras que el 53% cree que no lo hace y el 32% duda entre ambas opciones.
Existe una profunda inquietud por cuestiones relacionadas con la seguridad personal o la vida familiar, incluyendo la erosión de los valores sociales, la inmigración y el rápido ritmo de cambio.
Países que combinan una falta de fe en el sistema con profundos temores sociales, como Francia, Italia, Sudáfrica, Estados Unidos y México, están eligiendo o mostrando más predilección hacia los candidatos populistas.
Macrotendecias encontradas en el estudio.
El informe ha detectado 4 nuevas macrotendencias que influyen en las estadísticas y resultados generales.
La primera es que la línea divisoria que existía en cuanto al estado de la confianza según si el encuestado pertenece a la llamada “clase informada” (que vendría a ser, a grandes rasgos, la que tiene una educación universitaria, un nivel de ingresos familiares dentro del 25% superior en su país, que está informada de manera significativa y demuestra interés en noticias sobre negocios y políticas públicas) o al “grueso de la población” (los que no entrarían en la categoría de clase informada) es cada vez más delgada.
Más de tres cuartas partes de los encuestados, de todas las clases, coinciden en que el sistema está sesgado en contra de la gente común y favorece a los ricos y poderosos, y cerca del 50% de la clase informada ha perdido la fe en el sistema.
En segundo lugar, hay una falta de creencia en los líderes, que dañan la imagen de sus organizaciones. Casi dos tercios de la población general no confía en que los líderes actuales puedan abordar los desafíos de su país. La credibilidad de los CEO’s cayó en 12 puntos este año a 37% a nivel mundial. La credibilidad mínima se da en Japón con un 18%.
Confianza en los CEO’s 2017 por países. Fuente: Edelman Trust Barometer 2017.
Las “personas como usted» son ahora tan creíbles como un experto académico o técnico, y mucho más creíbles que un CEO o funcionario del gobierno, lo que implica que el eje primario de las comunicaciones es ahora horizontal, evidenciando la dispersión de la autoridad hacia amigos y familiares.
Confianza en portavoces 2017 (y cambio respecto 2016 en el círculo). Fuente: Edelman Trust Barometer 2017.
La tercera macrotendencia encontrada es la desaparición del gobierno como una fuerza efectiva en el cambio de liderazgo. El gobierno es visto hoy como una institución global incompetente, corrupta y dividida, la menos fiable, con un 41%.
La caída de la confianza del gobierno comenzó hace cinco años en los mercados desarrollados y se ha acabado derrumbando en los últimos cuatro años a raíz de todo tipo de escándalos. En Brasil, pasó de 36% en 2013 al 24% en 2017.
En los mercados en desarrollo, la confianza en el gobierno es ahora de hasta 43 puntos por debajo de la que se tiene en las empresas, mientras que en los mercados desarrollados, es 25 puntos más baja.
Confianza en los gobiernos 2017 por países. Fuente: Edelman Trust Barometer 2017.
Los medios de comunicación son los protagonistas de la cuarta macrotendencia. Se ven como organizaciones politizadas, incapaces de cumplir con sus obligaciones de información debido a las presiones económicas, y que siguen a los medios de comunicación social en lugar de crear la agenda. El 59% de los encuestados creería antes a un motor de búsqueda que a un editor humano. Un mundo de auto-referencia en el que los encuestados son casi cuatro veces más propensos a ignorar la información que apoya una posición en la que no creen.
Confianza en los medios de comunicación 2017 por países. Fuente: Edelman Trust Barometer 2017.
Conclusiones.
A la luz de estos datos (una pequeña parte de los que el informe nos ofrece) la situación es bastante preocupante.
Parece que el sistema ha entrado en un bucle en el que la pérdida de confianza en las instituciones genera una falta de confianza en el sistema, que a su vez hace que éste sea más vulnerable al miedo (momento en que el populismo entra en acción ayudando como propagador) y se acabe erosionando aún más la confianza.
Además, los medios informativos actúan como una “cámara de resonancia” que potencia y amplifica aún más los miedos de la población, acelerando cada vez más el ciclo de generación de miedo, como se ve en el siguiente gráfico.
Ciclo de generación de miedo. Fuente: Edelman Trust Barometer 2017.
Nos encontramos ante un futuro próximo bastante impredecible. Tal y como se cita en el informe, la confianza en las instituciones se ha evaporado hasta tal punto que la falsedad puede interpretarse erróneamente como un hecho, la fuerza como la inteligencia y el interés propio como un pacto social.
Si la fe en el sistema continúa cayendo, su sostenibilidad se resentirá mucho, los crecientes movimientos populistas podrían causar estragos inimaginables, pasando del nacionalismo resurgente y la retórica divisiva a políticas peligrosas.
Es ahora el momento de actuación de las empresas, la única institución que mantiene cierta confianza con aquellos escépticos con el sistema, para demostrar que es posible actuar en el interés de los accionistas y la sociedad por igual.
Pero una cosa está clara, esa actuación de las empresas por sí sola, si se da como hecho aislado sin cambios positivos en las otras instituciones, no será capaz de cambiar la tendencia de desconfianza ni mejorar las previsiones de sostenibilidad del sistema.
Esa mejoría en la sostenibilidad del sistema es responsabilidad de todas las instituciones, pero el problema es que parece que a algunas no les interesa ejercerla.
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