La Conferencia de las Partes de Marrakech se puso en marcha este mes de noviembre, pocos días después de que el acuerdo de París entrara en vigor una vez fue ratificado por un número de países suficiente como para alcanzar el 55% del total de emisiones globales.
Parece que fue ayer, pero ya ha pasado un año desde la pasada COP21, que sin duda supuso un acuerdo histórico pero del que en su momento nos preguntábamos si quizá estaba descafeinado.
En la fecha en que redacto este artículo, 112 partes de las 197 que firmaron el acuerdo de París lo han ratificado. Una información que se puede ver actualizada en la página web del United Nations Framework Convention on Climate Change.
Si queremos hacer la “analogía del vaso”, podemos decir que está medio lleno, pero no debemos perder de vista que todavía un gran número de países responsables de casi la mitad del CO2 emitido todavía no han movido ficha en cuanto a ratificación.
Durante las negociaciones de París se asumió ampliamente que se necesitaría al menos hasta 2018 para que esto sucediera, ya que históricamente puede tomar bastante tiempo que los países ratifiquen acuerdos internacionales a través de sus procesos internos.
Si tenemos en cuenta que para la ratificación del Protocolo de Kioto, adoptado a finales de 1997, tuvieron que pasar nada menos que 7 años, podemos considerar que en la actualidad el tema se está tratando aparentemente con más preocupación e interés.
De alguna manera, la celeridad de la entrada en vigor del Acuerdo de París sorprendió a todo el mundo: el plan consistía en redactar el reglamento mientras se mantenía el proceso de ratificación, pero ese proceso tiene ahora que acelerarse.
COP21, COP22….. pasos cortos y lentos.
El año pasado poco antes de la COP21 y en este mismo medio me preguntaba si realmente queremos detener el cambio climático y la conclusión a la que llegaba no era para nada positiva al respecto. Cosa que no cambió tras la COP21 tal y como se puede comprobar en el artículo que también he mencionado al comienzo de éste.
El cambio climático es el riesgo probablemente más importante al que la humanidad se enfrenta a medio y largo plazo. Hasta quizá a corto plazo también lo es, porque las consecuencias más, digamos, dulces o suaves en comparación con las que vendrán más adelante ya están ocurriendo.
Es un problema que a su vez genera otros muchos derivados de él, y un reto que debiera concentrar mucha más atención y recursos que los que se están dedicando.
Nota: Artículo inicialmente publicado en Compromiso Empresarial. Para seguir leyendo clique aquí.