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El ‘top ten’ de riesgos a los que se enfrentan las empresas.


Photo by Esteban Lopez on Unsplash

 

En la actualidad, las empresas se enfrentan a nuevos riesgos para los cuales no existe un consenso claro sobre cómo deben ser priorizados ni atajados.

La anterior conclusión se desprende de la lectura del último “Global Risk Management Survey” de Aon, realizado en base a una encuesta bianual con casi 2.000 encuestados pertenecientes a empresas públicas y privadas de todos los tamaños y a una amplia gama de industrias, lo cual representa el estudio más grande de Aon hasta la fecha y uno de los más completos a nivel mundial.

Por segunda vez consecutiva, el daño a la marca y la reputación se ha destacado como el riesgo más alto para las organizaciones, mientras que el riesgo político y la incertidumbre han vuelto a entrar en el top 10 de este año, y el riesgo cibernético se ha encaramado a los cinco primeros puestos.

La lógica naturaleza interconectada del riesgo queda subrayada por otros dos riesgos del top 10, como son la incapacidad para atraer y retener a los mejores talentos y la falta de innovación.

A continuación ahondaremos más en esos y otros datos del informe de Aon.

 

El daño a la reputación lidera el top 10 de riesgos.

Según el estudio, los diez riesgos principales que amenazan a las empresas son:

Elaboración propia. Fuente: Aon’s Global Risk Management Survey.

La mayoría de los riesgos identificados en la encuesta no son nuevos para los gerentes de riesgos. Sin embargo, un examen más detallado revela muchos nuevos factores impulsores que están transformando los riesgos tradicionales, añadiendo nuevas urgencias y complejidad a viejos desafíos.

En esa dirección y tomando el daño a la reputación como ejemplo, hemos visto en los últimos años que mientras que los productos defectuosos, las prácticas comerciales fraudulentas o la corrupción continúan siendo destructores de reputación clave, las nuevas tecnologías de los medios de comunicación han amplificado en gran medida su impacto negativo, haciendo a las empresas más vulnerables.

En la era de Twitter o los videos virales, un daño a la reputación puede ocurrir simplemente a raíz de un tweet inapropiado por parte de un ejecutivo, o un video de un empleado que se queja de acoso sexual o discriminación.

A medida que los riesgos tradicionales están evolucionando, las organizaciones ya no pueden confiar en la mitigación de riesgos tradicional o en tácticas de transferencia de riesgos.

Las empresas tienen que trabajar en estrecha colaboración con sus gestores y explorar nuevas formas de hacer frente a estas nuevas complejidades.

 

Nota: Artículo inicialmente publicado en Compromiso Empresarial. Para seguir leyendo clique aquí.

 

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