sostenibilidad, tendencias, urbanismo

¿Urbanismo sostenible? La superisla de la discordia.

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La ciudad de Barcelona ha dado un paso más en la implantación del urbanismo sostenible, no exento de problemas y polémicas.

El pasado 5 de septiembre se puso en funcionamiento la primera superilla (en castellano superisla o también supermanzana, urbanísticamente hablando) en el barrio de Poble Nou, un hecho que no ha dejado indiferente prácticamente a nadie.

Su creación prácticamente ha polarizado a los habitantes y usuarios y prestadores de servicios de la zona en dos bandos. Hay unos que están encantados con la medida y la disfrutan y hay quienes padecen sus consecuencias y demandan que la superisla sea reconsiderada o directamente se anule y se vuelva a dejar la zona tal y como estaba.

Qué bando es mayoritario lo desconozco, pero al menos, como pasa casi siempre, los que están en contra son los que más se dejan oír y así se ha podido corroborar en los medios informativos de la ciudad.

Y este es un debate que en un futuro tendrá aún más relevancia a medida que se extiendan esas superislas a otras partes de la ciudad tal y como está programado, comenzando esa expansión en 2017. La de Poble Nou no deja de ser un “proyecto piloto” según el Ayuntamiento.

 

Pero… ¿qué es una superisla?

Según la web del Ayuntamiento de Barcelona dedicada a las Smart Cities, una superisla es “una unidad territorial más pequeña que un barrio pero mayor que una isla o manzana de casas, con calles pacificadas donde se están haciendo actuaciones urbanísticas y medioambientales”.

Se trata de acotar una serie de calles, dentro de las cuales reducir el paso de vehículos a la vez que se transforma la configuración de las mismas, consiguiendo unas zonas más sostenibles desde el punto de vista ambiental y que generen espacios para el disfrute de la ciudadanía y el establecimiento de lo que podríamos llamar “sinergias sociales”.

El Ayuntamiento dice que los objetivos principales de estas transformaciones urbanísticas son, sobre el papel:

  • Conseguir una movilidad más sostenible.
  • Revitalizar el espacio público.
  • Fomentar la biodiversidad y el verde urbano.
  • Fomentar el tejido social y la cohesión.
  • Impulsar la autosuficiencia en el uso de recursos.
  • Integrar los procesos de gobernanza.

Todos estos objetivos son muy loables y deseables, ¿pero se cumplen realmente en la definición y el funcionamiento de la superisla de Poble Nou a día de hoy?

 

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Problemas en el paraíso.

En los pocos días que la superisla lleva en funcionamiento ha quedado patente la división que he mencionado antes y se han producido diversos problemas, provocados algunos de ellos por la falta de información de los vecinos y de los que desarrollan sus actividades en la zona.

Los vecinos se quejan primordialmente de los cortes de circulación que se han provocado, la pérdida de aparcamiento y el traslado de paradas de autobuses.

Por su parte, los comerciantes se quejan de que los cambios y las complicaciones de tráfico a la hora de acceder a sus negocios les puedan acabar afectando, mientras algunos de sus clientes ya han sido multados por confusiones a la hora de aparcar.

Además, esa zona de Poble Nou tiene poca población y es más bien un lugar industrial, sin mucha salida como espacio de ocio fuera de algunos establecimientos de ocio más bien “alternativo”.

 

Nota: Artículo inicialmente publicado en Compromiso Empresarial. Para seguir leyendo clique aquí.

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