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El capital social de las empresas crece en importancia a la hora de determinar el propósito de las organizaciones, guiar sus relaciones con los grupo de interés e influir en su éxito o fracaso final.
Ese cambio profundo al cual se enfrentan los líderes empresariales de todo el mundo viene reflejado en la edición 2018 del informe “The rise of the social Enterprise. Deloitte Global Human Capital Trends”, basado en una encuesta global de más de 11.000 líderes empresariales y de recursos humanos, así como entrevistas con ejecutivos de algunas de las organizaciones líderes de la actualidad.
Las organizaciones de hoy en día se juzgan cada vez más en función de sus relaciones con sus trabajadores, sus clientes y sus comunidades, así como su impacto en la sociedad en general, convirtiendo a empresas comerciales en empresas sociales.
Por empresa social se entiende una organización cuya misión combina el crecimiento de los ingresos y la obtención de beneficios con la necesidad de respetar y apoyar su entorno y la red de partes interesadas. Esto incluye escuchar, invertir y administrar activamente las tendencias que están configurando el mundo de hoy.
Es, por tanto, una organización que asume su responsabilidad de ser un buen ciudadano (tanto dentro como fuera de la organización), actuando como un modelo a seguir para sus pares y promoviendo un alto grado de colaboración en todos los niveles de la organización.
La transición hacia la empresa social.
La transición hacia el nuevo modelo de empresa social trae asociados una serie de cambios.
En una empresa tradicional, tenemos un nivel de colaboración y agilidad interna de tipo funcional, es decir, con un modelo de operación en silos, y un nivel de enfoque meramente empresarial, que tiene en cuenta solo el enfoque interno hacia dentro de la organización.
Mientras, en la empresa social, observamos un nivel de colaboración y agilidad interna que se podría calificar de sinfónico, con un modelo de funcionamiento basado en una red de equipos, y un nivel de enfoque dirigido hacia el ecosistema, hacia lo externo.
Por tanto, para poder realizar esa transición de empresa tradicional a social, deberá existir un aumento de la colaboracióny la integración interna, y un mayor y creciente compromisocon los grupos de interés externos de la organización.
Entre los factores que contribuyen al auge de la empresa social, Deloitte señala tres poderosas fuerzas macro que impulsan la urgencia de este cambio.
La primera de ellas deriva del creciente poder del individuo, con la generación millenniala la vanguardia. Por primera vez en mercados maduros, los jóvenes creen que sus vidas serán peores que las de sus padres, y están cuestionando activamente las premisas fundamentales del comportamiento corporativo y los principios económicos y sociales que lo guían.
La segunda fuerza macro viene dada por la esperanza de los ciudadanos en que las empresas llenen un vacío de liderazgo cada vez mayor en la sociedad. En todo el mundo, la gente confía más en los negocios que en los gobiernos en lo relativo a «hacer lo correcto».
Por último, el cambio tecnológico está teniendo impactos imprevistos en la sociedad, incluso cuando crea oportunidades masivas para lograr un crecimiento sostenible e inclusivo.
Los avances en inteligencia artificial, el machine learningy las nuevas tecnologías de comunicación están cambiando fundamentalmente cómo se realiza el trabajo, quién lo hace y cómo influye en la sociedad. Esos avances tecnológicos pueden abrir nuevas oportunidades para que las empresas tengan un impacto positivo en la sociedad.
Nota: Artículo inicialmente publicado en Compromiso Empresarial. Para seguir leyendo clique aquí.