
Las personas con trastornos mentales son un colectivo cada día más relevante y visible que sigue sufriendo la estigmatización en diferentes ámbitos, desde el familiar al social, pasando por el laboral. La iniciativa Incorpora Salud Mental de Fundación “la Caixa” trabaja para facilitar su empleo, proporcionando apoyo tanto a ellas como a las empresas en las que van a trabajar.
Para las personas con problemas de salud mental, el estigma social y la discriminación que sufren pueden suponer un agravamiento de sus problemas, haciendo más difícil su recuperación, incluso provocando que la persona evite obtener la ayuda que necesita por miedo a ser aún más discriminada.
El origen de esa estigmatización suele provenir de la falta de comprensión o del miedo. Las representaciones inexactas o engañosas de esas enfermedades en los medios de comunicación contribuyen a ambos factores y, aunque el público puede aceptar la naturaleza médica o genética de un trastorno de salud mental y la necesidad de tratamiento, muchas personas siguen teniendo una visión negativa de los enfermos mentales.
Algunos de los efectos del estigma en las personas que lo sufren son: sentimientos de vergüenza, desesperanza y aislamiento; reticencia a pedir ayuda o a recibir tratamiento; falta de comprensión por parte de la familia, los amigos u otras personas; menos oportunidades de empleo o interacción social; intimidación, violencia física o acoso; o la creencia de que nunca se superará la enfermedad ni se podrá conseguir lo que se desea en la vida.
Situaciones críticas como la pandemia de la Covid-19 han aflorado aún más los problemas de salud mental en países de todo el mundo, incluyendo el nuestro. El uso diario de antidepresivos y ansiolíticos, de fácil acceso en farmacias sin necesidad de un diagnóstico específico, ha aumentado en España, siendo uno de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) donde más se consumen.
Se calcula que más de dos millones de españoles toman a diario ese tipo de fármacos, doblando las mujeres a los hombres en su consumo, y siendo éstas más proclives al diagnóstico de ansiedad, insomnio o depresión, trastornos que conllevan una mayor prescripción de estas sustancias.
También, según el último informe sobre el «Estado Mundial de la Infancia 2021», publicado por Unicef España, nuestro país es también el país europeo con mayor prevalencia de trastornos mentales en niños y adolescentes entre 10 y 19 años, y se estima que entre el 20 y el 25% de los españoles experimentarán durante de su vida algún tipo de trastorno mental.
La salud mental es un asunto que se debe atajar desde diversos ámbitos como el social, el laboral y el sanitario, siendo la ampliación y la rapidez en el tratamiento de estas enfermedades algo esencial para alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) nº 3 que persigue garantizar una vida sana y el bienestar de todos para 2030.
La salud mental mundial se ha resentido por el coronavirus
La pandemia de la Covid-19 ha tenido un impacto negativo en el bienestar psicológico de los ciudadanos, agudizando los factores de riesgo generalmente asociados a una mala salud mental, mientras que los factores de protección (conexión social, compromiso laboral y educativo, acceso al ejercicio físico, rutina diaria, acceso a los servicios sanitarios) se redujeron drásticamente.
A escala global, la salud mental de los desempleados y de los que sufrieron inseguridad económica fue peor que la de la población en general, una tendencia anterior a la pandemia, pero que parece haberse acelerado en algunos casos.
En España, se estima que la situación pandémica ha provocado que un 22% de la población sufriera al menos un problema de salud mental durante 2020.
Además, según la Confederación de Salud Mental de España, las personas que superan el coronavirus pueden tener un mayor riesgo de tener secuelas en su salud mental. De hecho, una de cada cinco personas que han pasado la enfermedad se ha enfrentado por primera vez a un diagnóstico de ansiedad, depresión o insomnio, y tiene además el doble de probabilidad de tenerlos que personas con otras patologías.
El aumento de casos a nivel mundial, ha acarreado según la Organización Mundial de la Salud (OMS) que el 93% de los países hayan visto paralizados o afectados sus servicios de salud mental, ya de por sí lastrados, en general, por un déficit crónico de financiación.
Así, la pandemia ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de los sistemas sanitarios en todo el mundo. Para que esos sistemas sean exitosos, es esencial que la atención primaria sea sólida, y ésta sólo puede considerarse fuerte si aborda los dos componentes de la salud: el físico y el mental.
Trastornos con múltiples factores de riesgo
Según la OMS, la salud mental es el estado de bienestar emocional, psicológico y social que permite a la persona ser capaz de realizarse, hacer frente al estrés normal de la vida, trabajar de manera productiva y ser capaz de contribuir y participar en su comunidad.
Mientras, el trastorno mental está conceptualizado como un síndrome o un patrón de comportamiento, cuyo significado clínico aparece asociado a un malestar, o a una discapacidad. Cualquiera que sea su causa, debe considerarse como la manifestación individual de una disfunción en el comportamiento, psicológica o biológica, o la interacción entre ellas.
Existen diversos modelos que explican el abordaje de la compleja interacción de factores que determinan este malestar y que permiten entender algunas consecuencias observables de los trastornos mentales y promover intervenciones en el ámbito de la rehabilitación.
Por ejemplo, tal y como señala la Guía para la integración laboral de personas con trastorno mental de la Obra Social “la Caixa”, el Modelo de Vulnerabilidad considera que la combinación de factores de riesgo determina en cada individuo cierta capacidad de afrontamiento ante situaciones de estrés que generan tensión y necesidad de adaptación.
Existen diferentes factores de riesgo para la salud mental, como los biológicos y genéticos, experiencias de vida (como trauma o abuso), antecedentes familiares de problemas de salud mental, estilo de vida (como la dieta, actividad física y consumo de sustancias), o situaciones de pobreza, desempleo, marginación, violencia, etc.. Además de ciertas circunstancias propias del ciclo vital que exponen a los individuos a un alto nivel de estrés con un gran riesgo de padecer un trastorno mental.
Si los procesos que median en el afrontamiento de las situaciones de estrés (la vulnerabilidad o disposición personal) no son adecuados y la existencia y disposición de recursos externos no son accesibles, el resultado de la interacción de los factores condicionará la aparición y modo de evolución del trastorno.

¿Cuáles son los trastornos mentales más prevalentes en nuestra sociedad?
La salud mental de una persona puede verse afectada por diversas circunstancias, ya sean de naturaleza individual o social. Esas circunstancias pueden desembocar en trastornos mentales, que se manifiestan como una disfunción del pensamiento, las emociones o el comportamiento de la persona y que en cada caso afectan de un modo diferente.
Aunque existe un amplio abanico de trastornos, hay un conjunto de ellos que es más prevalente en nuestra sociedad como son lo descritos a continuación.
Por ejemplo, la ansiedad se define como un exceso de preocupación incontrolable, y a menudo inexplicable, que a menudo se experimenta tanto en el cuerpo como en la mente. La ansiedad aguda puede provocar ataques de pánico y numerosas fobias, y suele tratarse con medicación y terapias psicológicas como la cognitivo-conductual.
Por su parte, la depresión provoca sentimientos de tristeza y/o una pérdida de interés en las actividades que antes se disfrutaban, generando pérdida de alegría, concentración, amor, esperanza, entusiasmo, equilibrio, apetito y/o sueño. Se estima que afecta a unos 300 millones de personas en todo el mundo.
El trastorno bipolar, que afecta a unos 50 millones de personas en todo el mundo, es un trastorno que implica una alteración extrema del estado de ánimo. Existen dos tipos principales: el que implica episodios de manía y depresión graves y el que se caracteriza por periodos más frecuentes de depresión con menos episodios maníacos (y menos intensos).
La esquizofrenia se caracteriza por delirios, alucinaciones, desorganización del habla y del comportamiento, y otros síntomas que causan disfunción social o laboral, y se calcula que afecta a unos 20 millones de personas en todo el mundo.
El «trastorno por consumo de sustancias» se considera una enfermedad mental, aunque no todos los consumidores de esas sustancias cumplen los requisitos, sólo los que luchan contra el control, la compulsión y el síndrome de abstinencia cuando no consumen. Se cree que más de 150 millones de personas en todo el mundo tienen este trastorno, que puede, además, desencadenar otras enfermedades mentales. De igual manera, otras enfermedades mentales pueden conducir al abuso de sustancias, debido a la automedicación.
La demencia es un trastorno neurocognitivo que da lugar a un deterioro de la función cerebral y a las deficiencias concomitantes en el pensamiento, la memoria y el razonamiento. Aproximadamente unos 50 millones de personas en todo el mundo tienen demencia, frente a unos 20 millones en 1990.
Otros de los trastornos mentales más comunes con el estrés postraumático (causado por la experiencia de un acontecimiento estresante que se revive, a veces muchos años después de que haya ocurrido) o los trastornos alimentarios, como la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa.
El impacto de estos trastornos mentales en el funcionamiento de la persona puede ser variado, con diferentes grados de intensidad y no siempre se presenta de la misma manera. Cabe destacar que usualmente este tipo de efectos y el impacto no son permanentes y están en función del grado de control del trastorno, de la situación y el contexto de la persona afectada.
Los principales efectos que puede tener el trastorno mental en el comportamiento social y laboral de la persona afectada pueden ser alteraciones en el funcionamiento (cognitivo, perceptivo, afectivo e interpersonal) que se manifiestan de manera episódica, variable e impredecible, y sin implicar necesariamente discapacidad intelectual.
El estigma en el lugar de trabajo
Si se realiza un análisis de los comportamientos sociales hacia el colectivo de personas con trastornos mentales, se puede constatar que en nuestra sociedad todavía persisten ciertas actitudes discriminatorias, generalmente fruto de estereotipos y prejuicios, que son una barrera para el ejercicio de sus derechos y su integración social.
Diferentes hechos como una participación social escasa, una mayor dificultad para acceder a una vivienda o una baja tasa de empleo son problemas no atribuibles a la enfermedad mental pero sí consecuencias de la discriminación.
Esa discriminación impuesta a las personas con trastorno mental hace más difícil su completa participación en todos los ámbitos de la sociedad, lo cual perpetúa su situación, su aislamiento y su pobreza.
Aunque el empleo facilita el reconocimiento social, fomenta la vida independiente y contribuye al bienestar y a la salud, también en el caso de personas con problemas de salud mental, el agravamiento de las condiciones de vulnerabilidad a las que se exponen estas personas acaba creando un círculo vicioso entre sus problemas de salud mental y el desempleo.
Así, existen diferentes efectos sobre las condiciones relacionadas con el desarrollo de una actividad laboral como son:
- Pérdida o adquisición de habilidades sociales.
- Desarrollo de valores, actitudes y aspiraciones inadecuadas.
- Alteraciones en el proceso aprendizaje.
- Alteraciones en el concepto de sí mismo y la motivación.
- Efectos de la medicación.
Ante esta situación, se debe remarcar que los problemas de salud mental tienen diferentes grados y se manifiestan de forma distinta en cada persona. En la mayoría de las ocasiones, no incapacitan totalmente para la vida laboral, aunque sí pueden comprometer alguna habilidad o competencia, que puede recuperarse. Está demostrado que las personas con problemas de salud mental no solo pueden trabajar en la empresa ordinaria, sino que tienen unas expectativas de empleo realistas y una gran motivación.
Pero esa motivación y expectativas en el ámbito laboral de las personas con trastornos mentales se ven lastradas por unos servicios y programas de inserción cuyos soportes relacionales e institucionales suelen ser frágiles e insuficientes, por lo que iniciativas de integración como el Incorpora Salud Mental de Fundación “la Caixa” son claves para empoderar a estas personas en la construcción de su propio proyecto vital a la vez que sirven como importantes apoyos en la recuperación de su propia salud.
Casi 3000 personas insertadas laboralmente gracias a Incorpora Salud Mental en 2021
Incorpora Salud Mental es la línea del programa de integración sociolaboral de ”la Caixa” dirigida a personas con problemas de salud mental y tiene como objetivo facilitar su empleo, proporcionando el apoyo necesario tanto a la empresa como a la persona y combatiendo el estigma que existe sobre los problemas de salud mental en el trabajo.
Aunque cada vez más las empresas abren las puertas a la inserción laboral de personas con trastornos mentales, lo cierto es que en muchas ocasiones estos procesos no resultan sencillos para quienes tienen problemas de salud mental.
Para hacer realidad las oportunidades de empleo para personas con problemas de salud mental en todo el territorio español, Incorpora Salud Mental se apoya en las entidades de la Red Incorpora y en los profesionales que trabajan en ella.
Dentro del Programa, la inserción laboral de personas con trastorno mental se plantea mediante itinerarios de inserción laboral, es decir, procesos individuales que se construyen paso a paso a través de las decisiones que toma la persona que lo protagoniza, contando siempre con el soporte de recursos de su entorno y aquellos especialmente diseñados para su desarrollo.
Los profesionales de inserción laboral de la Red Incorpora constituyen un soporte fundamental sobre el cual se apoya la intervención, siendo vital la identificación de los factores que tienen incidencia en el proceso de inserción y el conocimiento de las herramientas, metodologías y competencias más adecuadas para ofrecer el soporte de forma más conveniente en cada caso.
Por su parte, las empresas se benefician de diversas maneras. En primer lugar, disponen de un servicio gratuito de asesoramiento y de apoyo a la inserción laboral y al mantenimiento del puesto de trabajo de las personas con problemas de salud mental, así como de las herramientas y recursos necesarios para llevar a cabo su proceso de integración, como las cuestiones relacionadas con su contratación o su retorno al puesto de trabajo.
También acceden a un curso online que permite dotar de estrategias operativas a los profesionales de la empresa (personas del área de recursos humanos, salud laboral, responsables de gestión, mandos intermedios, etc.) para que puedan facilitar la integración laboral de las personas con problemas de salud mental y, por otra, proporcionar conocimientos básicos y claros para comprender la enfermedad y sus implicaciones en el entorno laboral.
En el trascurso de la inserción laboral de los trabajadores, los profesionales de Incorpora realizan un seguimiento frecuente con la empresa para actualizar la información sobre sus necesidades y para también para conocer y valorar el desarrollo de la inserción de la persona derivada por el servicio, o prestar apoyo a la empresa que esté desarrollando un nuevo proceso de selección.
Fruto del trabajo de sus profesionales, a lo largo del año 2021, Incorpora Salud Mental ha logrado la inserción laboral de 2.766 de personas con problemas de salud mental y emocional en toda España.
Para Isidro Fainé, presidente de Fundación “la Caixa”, “este año ha sido más significativo que nunca el refuerzo de nuestra línea de atención a la salud mental donde hemos impulsado oportunidades de empleo a personas con trastornos psicológicos y creado herramientas y recursos para los profesionales de la Red Incorpora con el objetivo de mejorar la atención y el acompañamiento a las personas que lo necesitan”.
Nota: este artículo fue previamente publicado en Revista Haz el 16-2-22.