
A medida que nos acercamos a la mitad del plazo establecido para la Agenda 2030, el Informe de Avances en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) revela una preocupante realidad: más de la mitad del mundo está quedando rezagada. Se registra un progreso escaso e insuficiente en más del 50% de los objetivos de los ODS y, en un 30%, incluso se observa un retroceso.
Desde el punto de vista de los ODS y de la realidad diaria de los ciudadanos del planeta, eventos como la pandemia de COVID-19, el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación, así como la invasión de Ucrania han generado un impacto duradero y destructivo.
Los países en desarrollo son los que más sufren ante esta situación, debido a la inversión insuficiente en los ODS, lo que se refleja en enormes déficits de financiación y una deuda creciente. Y es que, a diferencia de los países desarrollados, que pudieron implementar políticas fiscales y monetarias expansivas durante la pandemia, los países en desarrollo se encontraron incapaces de hacer lo mismo, principalmente por el peligro de un colapso de sus monedas.
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