
Al igual que ocurre cuando la luz blanca incide en un prisma descomponiendo la luz en un conjunto de colores o espectro, en sostenibilidad muchas empresas descomponen el color verde con el que quieren pintar su poco responsable funcionamiento en diferentes tipos de greenwashing o lavado verde.
Podemos definir el greenwashing la práctica de obtener una ventaja competitiva desleal comercializando un producto o servicio como respetuoso con el medio ambiente cuando, en realidad, no cumple los requisitos medioambientales básicos.
Lamentablemente y tal y como hemos visto en múltiples ocasiones, es una práctica muy extendida y que no conoce diferencias entre tamaños, sectores o nacionalidades de empresas.
Y con la actual incidencia de los temas medioambientales en los medios debido al mayor interés por parte del público hacia problemas como el cambio climático o hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la sostenibilidad ha pasado a poco destacado por las empresas y sus equipos de comunicación y marketinga ser uno de los temas más trillados en los anuncios en todo tipo de medios.
Pero más allá del greenwashing, llamémosle genérico, existe otro espectro derivado de él y que es menos conocido en general, o al menos al que no se le presta la misma atención.
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