
El año 2025 marcará un punto de inflexión en la transición hacia modelos empresariales más sostenibles. Las empresas enfrentan una confluencia de factores que están redefiniendo las reglas del juego, desde regulaciones más estrictas hasta la intensificación de eventos climáticos extremos y el cambio en las expectativas sociales y de mercado. Sin embargo, esta transformación se desarrolla en un clima de inseguridad evidente, donde los retos y las oportunidades se entrelazan de manera compleja.
La sostenibilidad empresarial lleva tiempo experimentando un cambio de paradigma. Ya no se trata únicamente de cumplir con normativas, sino de integrar estrategias que generen valor a largo plazo. Los nuevos marcos regulatorios más estrictos buscan garantizar la transparencia y fomentar una mayor responsabilidad corporativa, pero también ponen a prueba la capacidad de las organizaciones para adaptarse a estándares más altos en un corto período de tiempo.
El 2024 ha dejado un panorama climático alarmante, con eventos extremos como olas de calor récord, incendios forestales y desastres naturales que afectaron infraestructuras, economías y comunidades. Estas experiencias han subrayado la urgencia de actuar frente al cambio climático. En este contexto, el 2025 será el año en que las empresas deberán reforzar sus estrategias de mitigación y adaptación, no solo como una respuesta a los riesgos, sino como una ventaja competitiva en un mercado cada vez más consciente y exigente.
Por otro lado, las expectativas sociales y de los inversores están transformando las dinámicas del mercado. Los consumidores exigen productos más sostenibles, mientras que los inversores priorizan empresas que demuestran un compromiso real con la sostenibilidad. Esta situación obliga a las organizaciones a ser más transparentes, a comprometerse con sus grupos de interés y a liderar con el ejemplo.