ética, derechos humanos, tendencias, urbanismo

Arquitectura hostil: ciudades que no acogen

Cada vez más ciudades adoptan estrategias de diseño que desalientan el descanso, la permanencia y la interacción. Bancos divididos, aspersores nocturnos o barreras invisibles son parte de una arquitectura hostil que no solo incomoda, sino que define quién merece estar y quién debe desaparecer del espacio público.

La arquitectura hostil, también conocida como diseño defensivo, exclusionary design o anti-homeless, es una estrategia de diseño urbano que altera el mobiliario y las superficies públicas para desalentar conductas como sentarse, tumbarse, patinar o improvisar refugios, y con ello aleja de la escena a colectivos concretos, sobre todo personas sin hogar, jóvenes y usuarios con movilidad reducida. 

Sus formas van desde pinchos en repisas y bancos segmentados hasta riego nocturno automático disuasorio. Aunque sus precedentes se remontan al higienismo del siglo XIX, en la última década estas tácticas han ganado visibilidad y controversia porque transforman el espacio público en una herramienta de control más que de convivencia

Este tipo de arquitectura ha pasado de meras anécdotas aisladas a un patrón visible en las ciudades españolas. En marzo, la Puerta del Sol de Madrid se quedó sin asientos: el Ayuntamiento retiró los bancos durante las obras que preparan la instalación de toldos y anunció que, cuando vuelvan, serán piezas de granito que harán de anclaje para las velas de sombra. En Zaragoza, unos triángulos metálicos fijados al alféizar exterior de un McDonald’s del Coso obligaron a los repartidores a llevar sus propias sillas y reavivaron el debate sobre la proliferación de arquitectura hostil en la ciudad.

Mientras tanto, la Fundació Arrels ha cartografiado casi 950 elementos de mobiliario excluyente en el área metropolitana de Barcelona e invita a la ciudadanía a seguir documentándolos. 

Estos datos bastan para encuadrar el tema: el diseño urbano se está utilizando como herramienta de control sobre quién puede permanecer, descansar o simplemente ocupar el espacio público, abriendo un debate inevitable sobre la responsabilidad social de la arquitectura y el derecho a la ciudad.

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De Valencia a Budapest: por qué Europa necesita un escudo frente al agua

Foto de Chris Gallagher en Unsplash

Europa vivió en 2024 el episodio de inundaciones más extenso desde 2013, en un año marcado por la intensificación de fenómenos hidrológicos extremos. Las lluvias torrenciales asociadas a tormentas persistentes desbordaron miles de kilómetros de cauces fluviales, con un balance humano y económico profundamente alarmante. 

Al menos 335 personas murieron en episodios relacionados con tormentas e inundaciones, y se estima que los daños materiales alcanzaron los 18.200 millones de euros, según recoge el informe European State of the Climate 2024 (ESOTC 2024), elaborado por el Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

Las cifras hidrológicas registradas durante el año evidencian el alcance de esta crisis. Un 30 % de la red fluvial europea superó el umbral de caudal considerado “alto”, y un 12 % alcanzó niveles clasificados como “severos” (es decir, con una recurrencia estadística de 20 años o más). Se trata del mayor porcentaje de cauces en situación de desbordamiento desde 2013 y el quinto más elevado de toda la serie histórica desde 1992. 

Estos datos confirman una tendencia inquietante. El informe destaca que las lluvias intensas se están haciendo más frecuentes en buena parte del continente, en especial en su mitad occidental. La combinación de temperaturas más altas, mayor capacidad atmosférica de retención de humedad y patrones de circulación que favorecen episodios de lluvias persistentes está contribuyendo a un cambio en la naturaleza del riesgo hídrico en Europa. Las inundaciones, lejos de ser eventos aislados, se consolidan como una amenaza estructural para la seguridad de las personas, las infraestructuras y la economía.

El año 2024 no solo se caracterizó por la magnitud acumulada del fenómeno, sino también por su repetición y distribución geográfica. Desde los primeros episodios en enero hasta los más devastadores en otoño, el continente vivió una sucesión casi ininterrumpida de eventos extremos que, en un contexto de calentamiento acelerado, ya no pueden considerarse excepcionales.

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“El Plan europeo de Automoción puede facilitar el despliegue masivo de vehículos eléctricos”

Foto de CHUTTERSNAP en Unsplash

La Comisión Europea presentó recientemente el Plan de Acción Industrial para la Automoción, una iniciativa que surge en un momento clave para el futuro del sector automovilístico europeo, en pleno proceso de transición hacia una movilidad más sostenible. 

Este plan busca dar respuesta a importantes retos como la necesidad urgente de reducir emisiones, fomentar la independencia energética a través de fuentes renovables, y asegurar la competitividad de la industria europea frente a mercados internacionales cada vez más fuertes. 

Entre sus principales propuestas se encuentran la armonización europea de las ayudas a la adquisición de vehículos eléctricos, el fortalecimiento de la cadena de suministro mediante la fabricación local de baterías y componentes esenciales, así como un decidido impulso al desarrollo y ampliación de infraestructuras de recarga en todos los países miembros.

Para comprender mejor la dimensión real de este plan y cómo puede afectar al panorama de la movilidad sostenible, hemos entrevistado a May López, directora de desarrollo de la Plataforma de Empresas por la Movilidad Sostenible, experta con amplia experiencia en movilidad, sostenibilidad y gestión empresarial. 

A lo largo de esta entrevista nos ofrece su visión crítica y constructiva sobre cómo las medidas propuestas pueden traducirse en resultados concretos a diferentes niveles.

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El reto de construir ciudades más sostenibles

Foto de Denys Nevozhai en Unsplash

La celebración global del Día Mundial de las Ciudades 2024 se llevará a cabo bajo el tema “Jóvenes agentes de cambio climático: catalizando la acción local para la sostenibilidad urbana”. Este evento destacará el papel crucial de los gobiernos locales y de la juventud en la defensa y toma de medidas audaces para abordar la crisis climática en las ciudades. 

Las ciudades, que representan el núcleo de la actividad económica, social y cultural, se enfrentan a un desafío creciente en términos de sostenibilidad. A medida que la población urbana continúa en expansión, se prevé que más del 70% de la población mundial vivirá en áreas urbanas para el año 2050

Este crecimiento exponencial no solo incrementa la demanda de servicios e infraestructuras, sino que también ejerce una presión significativa sobre los recursos naturales y el medio ambiente.

Además, las ciudades se han convertido en los principales generadores de emisiones de gases de efecto invernadero, con casi un 70% de las emisiones globales provenientes de áreas urbanas. El consumo de energía y recursos naturales, así como la generación de residuos, se concentran en estas áreas, lo que plantea un desafío crucial para la sostenibilidad global.

En este contexto, la sostenibilidad urbana busca transformar las ciudades en espacios que no solo sean habitables, sino que también minimicen su huella ecológica y fomenten la resiliencia frente al cambio climático. Este concepto se basa en tres pilares fundamentales: el desarrollo económico, la equidad socialy la protección ambiental, integrando políticas que promuevan una transición hacia una economía verde y circular.

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España y la Semana Europea de la Movilidad: de la concienciación a la acción

Foto de Connor Williams en Unsplash

La Semana Europea de la Movilidad (SEM), que se celebra cada año del 16 al 22 de septiembre, es mucho más que una campaña de concienciación. Nacida en 2002, la SEM se ha convertido en una de las iniciativas más relevantes de la Comisión Europea en términos de sostenibilidad urbana. 

Su principal objetivo es ofrecer a los ciudadanos la oportunidad de repensar sus hábitos de movilidad y descubrir los beneficios que un cambio hacia formas de transporte más sostenibles puede traer no solo a sus vidas diarias, sino también al entorno en el que viven.

La movilidad urbana sostenible no es solo una necesidad medioambiental, sino también una cuestión de salud pública, eficiencia económica y bienestar social.

A lo largo de los años, esta campaña ha experimentado un crecimiento continuo en términos de participación y relevancia. Lo que comenzó como una iniciativa limitada a algunos países europeos se ha extendido, ganando el respaldo de cientos de municipios y miles de organizaciones en todo el continente. 

Gracias a la SEM, miles de personas han descubierto alternativas al uso del automóvil privado, como el transporte público, la bicicleta y los desplazamientos a pie, que no solo mejoran la calidad del aire y reducen la congestión, sino que también contribuyen a un entorno más seguro y saludable.

En 2024, la SEM mantiene su apuesta por el lema “¡Combina y muévete!”, destacando la necesidad de utilizar múltiples medios de transporte sostenibles en nuestras rutinas diarias. El concepto de “Espacio público compartido” busca devolver las calles y los espacios urbanos a los ciudadanos, priorizando a los peatones, ciclistas y el transporte público frente al automóvil privado. 

Este enfoque permite que las ciudades sean más accesibles y seguras, al tiempo que fomentan un estilo de vida más saludable y equitativo para todos sus habitantes.

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Movilidad urbana sostenible: el futuro de las ciudades

Foto de Michael Marais en Unsplash

En un mundo donde las ciudades crecen rápidamente y la urbanización avanza a pasos agigantados, la forma en que nos desplazamos dentro de estas urbes se ha vuelto esencial para garantizar un futuro más limpio, saludable y eficiente. Por esa razón, la movilidad urbana sostenible se ha convertido en un punto de gran importancia en la actual agenda de la sostenibilidad.

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en 2020, más del 55% de la población mundial vivía en áreas urbanas, y se estima que esta cifra aumentará a aproximadamente el 68% para 2050. Este enorme crecimiento de la urbanización plantea desafíos significativos en términos de movilidad urbana y subraya la importancia de abordar de manera efectiva la sostenibilidad en el transporte dentro de las ciudades.

La movilidad urbana sostenible se encarga de abordar problemas críticos de la movilidad urbana tradicional de una manera integral mediante un enfoque que busca proporcionar soluciones más ecológicas, eficientes y equitativas para el transporte en áreas urbanas. 

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¿Qué pasa cuando reciclaje y movilidad sostenible son mal entendidos? El ejemplo de Barcelona

Fuente: Albert Vilariño

Las iniciativas tanto para mejorar el reciclaje de los desperdicios que generamos como para lograr una movilidad más sostenible son del todo necesarias, pero no a cualquier precio ni tampoco haciéndolo como si un elefante entrara en una cacharrería.

En la ciudad de Barcelona, la ciudadanía estamos sufriendo los efectos de experimentos del Ayuntamiento que nos acaban transportando a épocas medievales o que directamente en lugar de ofrecer una seguridad extra acaban suponiendo justamente lo contrario.

Me refiero, en primer lugar, a la implantación de un sistema que, sobre el papel, debería promocionar la recogida selectiva de residuos tanto de negocios como de particulares y basado en la realización de una selección de dichos residuos  en base a si son (a grandes rasgos) orgánicos, de vidrio, de papel o cartón, plástico o de otro tipo.

¿A priori suena bien, no? ¿Quién, mínimamente concienciado por la sostenibilidad, no querría una mejora del reciclaje de sus desperdicios? 

Probablemente todos diríamos que adelante con la idea ya que muchos de nosotros ya hacíamos esa selección de los residuos con anterioridad, y un buen sistema haría que otros se animaran. Pero lo que están empezando a hacer en el barrio de Sant Andreu, tras haberlo implementado anteriormente en el de Sarrià Vell, en lugar de promocionar el reciclaje está consiguiendo no solo el enfado de los vecinos sino también un sentimiento anti reciclaje entre muchos de ellos.

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Ruido, la contaminación de la que nadie habla

Photo by shun idota on Unsplash

Estamos acostumbrados a utilizar la palabra contaminación en contextos ambientales casi únicamente en el sentido de la introducción de materiales nocivos en el medio ambiente, dejando otros tipos de contaminación en segundo plano. 

El día 28 de abril se conmemora el Día Internacional de Concienciación sobre el Ruido, que pretende poner de relieve la importancia de la reducción de la contaminación acústica, entendiéndose por ella la exposición regular a niveles sonoros elevados que pueden provocar efectos adversos en los seres humanos u otros organismos vivos.

Según la Organización Mundial de la Salud, los niveles sonoros inferiores a 70 dB no son perjudiciales para los organismos vivos, independientemente de la duración o la constancia de la exposición. Sin embargo, la exposición durante más de 8 horas a un ruido constante de más de 85 dB sí puede ser peligrosa.

La exposición a ruidos de elevada intensidad se ha relacionado siempre con la pérdida de audición, pero los efectos potenciales de la contaminación acústica sobre la salud son numerosos, generalizados, persistentes y médica y socialmente significativos. El ruido produce efectos adversos directos y acumulativos que perjudican la salud y degradan los entornos residenciales, sociales, laborales y de aprendizaje, con las correspondientes pérdidas reales (económicas) e intangibles (de bienestar).

Entre esos efectos están el estrés, los problemas cardiovasculares, la depresión, las perturbaciones del sueño, los daños al sistema nervioso, o el bajo rendimiento laboral, por citar algunos.

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¿Cómo lograr ciudades bajas en emisiones de carbono?

Photo by Bart Jaillet on Unsplash

A medida que el mundo se enfrenta a reveses económicos, sanitarios y sociales debido a la pandemia de la Covid-19, las soluciones que resuelven múltiples problemas son más importantes que nunca y pueden maximizar los recursos limitados.

Un caso en el que se puede aplicar la máxima anterior es en el de la reducción de emisiones de CO2 de nuestras ciudades. Aunque las ciudades cubren solo el 3% de la superficie terrestre, consumen el 78% de la energía primaria del mundo y generan más del 70% de las emisiones de carbono, principalmente a través de los edificios, la energía y el transporte. 

En la actualidad, el 54% de la población mundial vive en ciudades, un porcentaje que se prevé que aumente hasta el 68% en 2050. Para mantener el aumento de la temperatura global en 1,5 º C o menos, las ciudades tienen que conseguir que sus emisiones sean nulas a mediados de siglo. 

Publicado días antes de la cumbre de Davos del pasado mes de enero, el informe del World Economic Forum (WEF) titulado “Net Zero Carbon Cities: An Integrated Approach” proporciona un marco global para lograr ciudades bajas en emisiones de carbono y recomienda un enfoque energético integrado, definido como «eficiencia sistémica», como solución a la actual crisis medioambiental, económica, sanitaria y social. 

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Asfixia por turismo.

Photo by Federico Giampieri on Unsplash

Diferentes enclaves turísticos de todo el mundo se encuentran con múltiples problemas derivados del gran número de visitantes que reciben, y no parece que la cosa vaya a ir a menos.

Muchas ciudades y lugares de especial interés vienen padeciendo un turismo excesivo desde hace varios años, pero es en 2017, año declarado por las Naciones Unidas como el Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo, cuando se están oyendo más y más voces a favor de su regulación, para favorecer la vida de los autóctonos, la convivencia con los visitantes y el respeto por los lugares visitados.

Según el Secretario General de la Organización Mundial del Turismo (OMT), Taleb Rifai, con la celebración de este Año Internacional dedicado al turismo nos encontramos ante “una oportunidad única para ampliar la contribución del sector del turismo a los tres pilares de la sostenibilidad (económico, social y del medio ambiente), así como para aumentar la concienciación sobre las verdaderas dimensiones de un sector que se suele infravalorar”.

 

Sostenibilidad, ¿dónde estás?

Muchas veces hablamos o pensamos sobre el turismo sostenible y lo que nos viene a la cabeza es realizar viajes a lugares lejanos respetando su naturaleza y a sus gentes, hospedándonos en hoteles sostenibles, haciendo el mínimo consumo necesario de sus recursos, conociendo en profundidad sus culturas, comprando productos y excursiones a los lugareños en lugar de a empresas fomentando el desarrollo local, y todas esas cosas.

Pero cada vez más, a muchos lo de turismo sostenible está dejando de hacernos soñar y  transportarnos a lugares lejanos e idílicos, y nos está haciendo poner los pies en la tierra y pensar en lo que tenemos a escasos metros de donde estamos viviendo.

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