
Once días de conversaciones auspiciadas por la ONU acabaron sin pacto: la prometida hoja de ruta para frenar la contaminación por plásticos sigue en el aire y las negociaciones se aplazan, justo cuando crece la presión mundial para limitar la producción de plástico virgen.
Desde marzo de 2022, cuando la Asamblea de la ONU para el Medio Ambiente aprobó la Resolución 5/14 y encargó un pacto mundial jurídicamente vinculante para “poner fin a la contaminación por plásticos” antes de 2024, la promesa de un gran acuerdo ha sido un punto de referencia para gobiernos, empresas y sociedad civil. El calendario, sin embargo, se ha ido estirando mientras el volumen de residuos crece.
Con ese mandato sobre la mesa, la segunda parte de la quinta ronda negociadora (celebrada en Ginebra del 5 al 15 de agosto de 2025) debía ser el cierre definitivo. Delegaciones de casi todos los países revisaron borradores, celebraron reuniones maratonianas y buscaron fórmulas de compromiso, pero las viejas fracturas reaparecieron desde la primera mañana.
El clima de urgencia también se sintió fuera del Palacio de las Naciones. La víspera de la apertura, activistas y artistas cubrieron el lugar con montañas de residuos para recordar que cada día el equivalente a 2.000 camiones de basura plástica termina en ríos y mares.
Dentro de la sala, el gran escollo fue la propuesta de más de un centenar de países (encabezados por la Unión Europea y varios Estados insulares) de establecer un límite a la producción de plástico nuevo. Estados Unidos y los mayores exportadores de petróleo se negaron a debatir esa idea y prefirieron centrarse en la gestión de residuos, creando un bloqueo que ninguna fórmula intermedia logró desatascar.
El 15 de agosto, el presidente de la negociación, Luis Vayas, presentó un texto revisado que incluía referencias por primera vez a un fondo financiero y a la posible reducción de ciertos productos plásticos, pero la propuesta no convenció a ninguna de las partes. La sesión se levantó sin acuerdo y se anunció una nueva ronda para 2026, todavía sin fecha ni documento base, mientras el reloj político y ambiental sigue corriendo.

