
La degradación del medio ambiente y la pérdida de biodiversidad están emergiendo como riesgos significativos para la estabilidad financiera mundial. Estas amenazas, antes consideradas preocupaciones ambientales exclusivas, ahora son reconocidas por los reguladores financieros como factores capaces de alterar la economía y el sistema financiero global.
En este contexto, el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB, por sus siglas en inglés), organismo internacional que supervisa y formula recomendaciones sobre el sistema financiero mundial, ha comenzado a tomar medidas para coordinar los esfuerzos internacionales con el fin de identificar y evaluar los riesgos financieros relacionados con la naturaleza.
Este enfoque se enmarca dentro de las iniciativas más amplias impulsadas por el G20 para desarrollar políticas regulatorias y supervisar las amenazas ambientales que impactan en la estabilidad financiera.
El cambio climático ha sido históricamente la preocupación dominante en cuanto a riesgos financieros relacionados con el medio ambiente. Sin embargo, la pérdida de biodiversidad y la degradación de los ecosistemas han comenzado a destacar como áreas críticas de atención para las autoridades financieras, ya que la dependencia de las economías modernas de los servicios ecosistémicos esenciales es significativa.
Estos servicios, que incluyen la provisión de agua, la polinización, la protección contra inundaciones y la regulación del clima, juegan un papel fundamental en el funcionamiento de los sistemas productivos y en la sostenibilidad de las cadenas de suministro.