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Radiografía del desperdicio alimentario y caminos hacia el cambio

Foto de Joshua Hoehne en Unsplash

Mientras que 783 millones de personas pasan hambre en nuestro planeta, más de mil millones de toneladas de alimentos terminan en la basura cada año. El informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP) revela la alarmante realidad del desperdicio alimentario global en 2024 y marca el camino hacia soluciones urgentes y necesarias.

El desperdicio alimentario es un problema global de enormes proporciones, con implicaciones económicas, ambientales y sociales. El informe del UNEP, “Food Waste Index Report 2024”, estima que, a nivel mundial, se desperdiciaron 1,05 mil millones de toneladas de alimentos en el año 2022.

Este volumen equivale a 132 kilogramos de desperdicio por persona al año, de los cuales 79 kilogramos se generan en los hogares, 36 kilogramos en los servicios de alimentación y 17 kilogramos en el sector minorista.

Este desperdicio tiene un impacto económico directo y significativo, ya que se calcula que el valor de los alimentos desperdiciados supera el billón de dólares al año. Desde una perspectiva ambiental, el desperdicio alimentario es responsable de aproximadamente entre el 8 y 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. 

Además, la producción de alimentos que se desperdicia ocupa cerca del 30% de las tierras agrícolas del mundo, contribuyendo a la conversión de ecosistemas naturales en tierras agrícolas y a la consecuente pérdida de biodiversidad.

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Moda y cambio climático: un vínculo que no se debe ignorar

Foto de freestocks en Unsplash

La industria de la moda se encuentra en el centro de una de las crisis más grandes de nuestra era: el cambio climático. El sector contribuye significativamente a las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI), un factor clave en el calentamiento del planeta. De acuerdo con el informe “What Fuels Fashion?” realizado por la organización Fashion Revolution, si la industria de la moda continúa con su ritmo actual, podría superar el límite de 1.5°C de calentamiento establecido por el Acuerdo de París en un 50%, duplicando sus emisiones en lugar de reducirlas.

El uso de combustibles fósiles es uno de los principales motores de esta problemática. Desde la producción de fibras sintéticas hasta el uso de energía para teñir y fabricar prendas, los combustibles fósiles están presentes en cada paso de la cadena de suministro. Este enfoque intensivo en recursos no renovables genera un impacto ambiental devastador. Por ejemplo, el poliéster, uno de los materiales más usados, es responsable de una cantidad significativa de emisiones de CO2 debido a su dependencia del petróleo como materia prima.

Sin embargo, el problema no se limita solo a los materiales. El funcionamiento de las fábricas que producen estas prendas también depende de la energía generada por combustibles fósiles, como el carbón, que se utiliza en procesos de tintura y secado, lo que agrava aún más el problema. A pesar de los avances tecnológicos, gran parte de la industria sigue utilizando fuentes de energía no sostenibles, lo que retrasa los esfuerzos para reducir la huella de carbono.

El informe resalta que, para combatir el cambio climático, la industria de la moda debe tomar medidas drásticas y urgentes, aunque la mayoría de las marcas de moda aún no han establecido objetivos concretos para eliminar gradualmente los combustibles fósiles de sus procesos productivos. 

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