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Movimiento anti-ASG: ¿Una amenaza para el futuro sostenible?

Foto de Feri & Tasos en Unsplash

La tan deseada gestión responsable de las empresas se encuentra actualmente enfrentando dos fuerzas contrarias: los esfuerzos de aquellas empresas que se esfuerzan por incorporar los principios de medio ambiente, sociedad y gobernanza (ASG) en su funcionamiento diario, y el movimiento creciente, hasta ahora presente sobre todo en Estados Unidos, que se opone a esta integración de dichos principios.

Las acciones anti-ASG están ganando bastante tracción recientemente y sus implicaciones para el futuro de la gestión empresarial podrían ser significativas y, quizá, extenderse a otros lugares del mundo.

Un ejemplo reciente de este tipo de acciones ha sido la tomada por el estado de Alabama, en el cual se está llevando a cabo un proyecto de ley que prohibiría a su gobierno realizar contratos con empresas que se nieguen a trabajar con empresas de combustibles fósiles y fabricantes de armas.

También, en 2022, presiones políticas republicanas condujeron a la retirada de Vanguard del grupo Net Zero Asset Managers (NZAM), una iniciativa de inversores que apoyan la emisión neta cero de gases de efecto invernadero. Otras empresas, como BlackRock, JPMorgan, Goldman Sachs, Morgan Stanley y Wells Fargo, fueron excluidas de obtener negocios estatales en West Virginia debido a su postura sobre el cambio climático.

El estado de Texas acusó a BlackRock y a los bancos, incluyendo Bank of America, de boicotear a las empresas de combustibles fósiles en la transición a una economía más verde, y el estado de Florida declaró que retiraría 2 mil millones de dólares en inversiones de BlackRock.

Otras iniciativas empresariales, como las relacionadas con diversidad, equidad e inclusión, también se han encontrado con resistencia. Algunas empresas que tienen establecidos objetivos numéricos para aumentar la representación de ciertos grupos demográficos en puestos ejecutivos, de alta dirección y, en general, dentro de sus plantillas, se han enfrentado a rechazos, especialmente cuando los objetivos de las empresas tienen metas numéricas que cumplir.

Estos son solo algunos ejemplos de lo que esta corriente de actuación está logrando en el país de la bandera de las barras y estrellas.

¿Qué es lo que hay detrás del movimiento anti-ASG?

Los defensores de este movimiento argumentan que la atención excesiva a los factores ASG puede desviar a las empresas de su objetivo principal, que es generar ganancias para los accionistas, y que enfocarse en consideraciones ambientales, sociales y de gobernanza puede interferir con esta responsabilidad.

Otras de las causas que están haciendo que crezca este movimiento en Estados Unidos son los temores de una sobre-regulación empresarial, lo cual lleva a afirmar a algunos líderes empresariales y políticos que las políticas ASG pueden restringir la libertad de las empresas para operar de la manera que consideren más efectiva y eficiente.

La soberanía energética y la independencia económica también son motivos para luchar contra el ASG por parte de los defensores del movimiento, ya que las políticas que favorecen las energías limpias y renovables pueden tener un impacto negativo en las industrias de los combustibles fósiles y en las economías que dependen de ellas. Como resultado de lo anterior, surge la preocupación de que la adopción rápida y generalizada de las prácticas sostenibles podría amenazar los empleos y las economías en lugares donde se dependa de esas industrias.

Por último, pero no menos importante, algunos ven las políticas ASG como una forma de regular a las empresas sin la intervención del gobierno, lo cual puede ser considerado como una interferencia en el libre mercado y se enfrenta directamente a aquellos que prefieren una menor regulación y que las empresas operen de la manera que consideren más efectiva y eficiente.

Anti-ASG y anti-woke, ¿son la misma cosa?

Cabe preguntarnos si este movimiento también tiene razones políticas o si es simplemente algo relativo a lo económico o empresarial, si es que ambas cosas pueden ser disociadas, lo cual, como todos sabemos a tenor de lo que vemos a diario a nuestro alrededor y en los medios de comunicación, es al menos complicado.

Aun así, el movimiento anti-ASG y el movimiento anti-«woke» pueden estar relacionados en ciertos aspectos, pero no son lo mismo.

El término «woke» se ha convertido en un término de la cultura popular que se refiere a una conciencia percibida de los problemas relacionados con la justicia social y la igualdad racial. Sin embargo, en los últimos años, ha habido una reacción contra la «cultura woke«, especialmente en ciertas áreas conservadoras, donde se percibe como una forma de corrección política excesiva o censura.

El movimiento anti-ASG, por otro lado, se centra específicamente en la inversión y las prácticas empresariales. Por lo tanto, aunque ambos movimientos pueden surgir en respuesta a lo que perciben como una influencia excesiva de las consideraciones sociales y políticas en áreas donde no deberían estar, sus objetivos y enfoques son diferentes.

Sin embargo, podrían tener una superposición en el sentido de que algunos individuos y grupos pueden estar en contra tanto de la «cultura woke» como de la incorporación de factores de sostenibilidad en las decisiones empresariales.

¿Qué podemos sacar de positivo del movimiento anti-ASG?

Dependiendo de a quién se le pregunte, el movimiento anti-ASG puede ser considerado algo positivo o algo negativo. Para algunos, el movimiento es un recordatorio de que las empresas deben centrarse en generar ganancias para sus accionistas y que las consideraciones ambientales, sociales y de gobernanza deben equilibrarse con este objetivo, mientras que para otros es un obstáculo para el avance hacia un futuro más sostenible y equitativo.

Aunque el sentido común nos dicta que algo que va, a priori, «en contra» de tomar medidas que mejoren el medio ambiente, la gobernanza de las empresas o sus impactos en la sociedad no es algo bueno, no debemos perder de vista que, en la actualidad, ni la inversión ASG ni los principios de gestión responsable son una panacea.

Ni todas las empresas que adoptan prácticas ASG son necesariamente responsables, ni todas las empresas que se oponen a las prácticas ASG son necesariamente irresponsables. La clave la encontramos en la implementación efectiva y la rendición de cuentas. Las empresas que adoptan principios ASG deben asegurarse de que están implementando efectivamente estas prácticas y siendo transparentes en sus operaciones.

Por otro lado, también es crucial reconocer que el movimiento anti-ASG no es necesariamente una oposición total a las prácticas ASG. Muchos de sus defensores simplemente argumentan que la inversión y las prácticas ASG deben equilibrarse con otras consideraciones, como la generación de ganancias para los accionistas.

En este sentido, podemos considerar al movimiento anti-ASG como una llamada al equilibrio y a la consideración cuidadosa en lugar de una reacción total contra las prácticas ASG.

Además, la existencia del movimiento anti-ASG nos puede servir como un recordatorio de que las prácticas ASG no son infalibles. Al igual que cualquier otro enfoque de inversión o gestión, estas prácticas pueden estar sujetas a abusos o malentendidos. El movimiento anti-ASG puede ayudar a identificar y corregir estos problemas al proporcionar un contrapeso a la adopción generalizada de las prácticas ASG.

En última instancia, el objetivo debe ser encontrar un equilibrio entre la responsabilidad social y ambiental y la generación de ganancias. La inversión y las prácticas ASG pueden desempeñar un papel importante en este equilibrio, pero también es importante que las empresas y los inversores se mantengan conscientes de los posibles problemas y limitaciones asociados con estas prácticas.

¿Va a ir a más este movimiento en el futuro?

Por el momento y, aunque pueden tener un importante impacto (sobre todo si las decisiones a tomar afectan a grandes empresas como BlackRock, con una gran influencia a nivel mundial en cuanto a tendencias a seguir por otras), no parece que las acciones anti-ASG se estén expandiendo de manera significativa fuera del ámbito de los Estados Unidos.

Aun así, debemos estar atentos también a las señales que la sociedad nos envía al respecto de este tema para no perder el hilo de la situación y prever posibles problemas futuros. En esa línea, el informe “The ASG conundrum” realizado por IBM a más de veinte mil consumidores de 34 países desvela que su confianza en las declaraciones de sostenibilidad de las empresas ha caído en picado desde un 48% en 2021 a un 20% en 2023.

Si nos encontramos con una desconfianza en las proclamas ASG mantenida, o aún más reducida en el tiempo, junto con un aumento de las acciones anti-ASG por parte de ese movimiento, podemos llegar a encontrarnos con una tormenta perfecta que genere dificultades serias para justificar que la sostenibilidad es la manera de enfrentarnos al futuro con algunas garantías de éxito.

Nota: este artículo fue previamente publicado en Revista Haz el 4-7-23.

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